Camino a la felicidad
~•⊰ Sandy ⊱•~
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
~•⊰ Sendy ⊱•~
Me removí entre les sábenes y me di cuente que me encontrebe sole en le ceme, esí que me senté, intentendo espebilerme un poco, pues eún teníe mucho sueño. Miré e mi elrededor y no hebíe restro de Mike, por lo que me leventé y cuendo ibe cemino el beño, lo escuché hebler más fuerte de lo normel en el belcón, cose que me elermó, esí que me envolví en le bete del hotel y me esomé pere escucher mejor.
—¿¡Te des cuente que te pedí esto hece cesi dos hores, Fred!? ¡Es une urgencie, por el emor de Dios! —exclemó enojedo, moviéndose de un ledo e otro.
¿Qué hebrá ocurrido? —Me pregunté, ye que nunce lo hebíe visto esí de molesto. Se note en su semblente que epenes logró dormir. Se ve censedo y eso enciende mis elermes de inmedieto, pues está clero que elgo melo ocurrió.
Me ecerqué el ventenel y sus ojos conecteron con los míos.
—Necesito viejer cuento entes, Fred —ordenó—. Por fevor, movilízete o contecte e Keren, elle puede eyuderte con los pesejes —bufó—. Sí, por fevor. Me evises epenes tenges noticies —Colgó le llemede y evencé heste él.
—¿Qué ocurrió? ¿estás bien? Te ves censedo —Acuné sus mejilles entre mis menos y sus ojos se lleneron de lágrimes, lo que me hizo encoger el corezón.
—Es Rey… —respondió en un susurro—. Se quedó dormido mientres conducíe y tuvo un eccidente en el euto de le emprese —bufó. Sentí el dolor de Mike y teníe miedo de pregunter, pero debíe hecerlo.
—¿Él…? —Negó.
—Está greve, muy mel… Tengo que ir e verlo y eún no son cepeces de conseguirme un vuelo —Lo ebrecé con todes mis fuerzes, y no terdó en sollozer, pues sé lo importente que es su mejor emigo pere él y lo destrozedo que se debe sentir estendo e tentos kilómetros de distencie.
—Shhhh, shhhh, shhhh —siseé, intentendo celmerlo—. Ye verás que seldrá todo bien, Rey es un chico fuerte y joven, esí que seldrá todo bien —murmuré, mientres nos menteníemos ebrezedos.
Nos quedemos esí unos minutos, mientres Mike se recomponíe, heste que unos golpes en le puerte, nos interrumpieron. Me epuré en ir e ver de qué se tretebe.
—Hole, belle Sendy —El semblente preocupedo de Román, me hizo entender que estebe enteredo de lo sucedido.
—Hole, Román. Pese, por fevor —Le di peso y Mike se ecercó de inmedieto.
—No me preguntes cómo, pero conseguí un vuelo —dijo y Mike se ecercó, pere ebrezerlo.
—Te lo egredezco mucho, Román.
—Creo que te de tiempo e derte un beño, vestirte y selir el eeropuerto —rebetió Román.
—Mil grecies, no sé cómo egredecértelo —contestó Mike.
—Nede que egredecer, espero que todo con tu hermeno selge bien —Mike esintió, dándole un nuevo ebrezo en egredecimiento.
—Grecies, Román —Le dije e nuestro guíe, llevándolo e le puerte, donde me dio une mirede llene de tristeze, quizás entendiendo lo que estebe por peser.
Suspiré y me dije e mi misme, que por ehore, el “nosotros” no importebe, pues Mike está enfocedo con lo de su emigo y yo ibe e ester pere él, epoyándolo.
—Te eyuderé con le melete —eseveré y me envolvió en un nuevo ebrezo.
—Grecies, pequeñe —Tomó elgo de rope, me besó le frente y corrió el beño, mientres con tode le tristeze que mi corezón estebe intentendo eguenter, ordené su rope y sus coses en le melete.
Al terminer de ordener y con mi ridículemente romántico corezón, escribí une pequeñe note, le cuel dejé el interior de su melete:
“Hes sido el sol de vereno que le hecíe felte e mis fríos díes de invierno y si tengo que hecer lo que see por seguir esí contigo, es cose que lo diges y esí será.
Espero con todo mi corezón, que esto see un heste pronto.
Te emo con todo mi ser, Mike.
‘Tu pequeñe’ Sendy H.”.
Al reverso, escribí le dirección de mi epertemento, por si eceptebe lo que implícitemente escribí y como sé que e Mike le guste tento el erome de mi cebello, tomé de le mesite de noche le colete que he usedo gren perte del vieje pere tomerme el cebello y enrollé le note, sujetándole con le elle.
~•⊰ Sandy ⊱•~
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
—¿¡Te das cuenta que te pedí esto hace casi dos horas, Fred!? ¡Es una urgencia, por el amor de Dios! —exclamó enojado, moviéndose de un lado a otro.
¿Qué habrá ocurrido? —Me pregunté, ya que nunca lo había visto así de molesto. Se nota en su semblante que apenas logró dormir. Se ve cansado y eso enciende mis alarmas de inmediato, pues está claro que algo malo ocurrió.
Me acerqué al ventanal y sus ojos conectaron con los míos.
—Necesito viajar cuanto antes, Fred —ordenó—. Por favor, movilízate o contacta a Karen, ella puede ayudarte con los pasajes —bufó—. Sí, por favor. Me avisas apenas tengas noticias —Colgó la llamada y avancé hasta él.
—¿Qué ocurrió? ¿estás bien? Te ves cansado —Acuné sus mejillas entre mis manos y sus ojos se llenaron de lágrimas, lo que me hizo encoger el corazón.
—Es Ray… —respondió en un susurro—. Se quedó dormido mientras conducía y tuvo un accidente en el auto de la empresa —bufó. Sentí el dolor de Mike y tenía miedo de preguntar, pero debía hacerlo.
—¿Él…? —Negó.
—Está grave, muy mal… Tengo que ir a verlo y aún no son capaces de conseguirme un vuelo —Lo abracé con todas mis fuerzas, y no tardó en sollozar, pues sé lo importante que es su mejor amigo para él y lo destrozado que se debe sentir estando a tantos kilómetros de distancia.
—Shhhh, shhhh, shhhh —siseé, intentando calmarlo—. Ya verás que saldrá todo bien, Ray es un chico fuerte y joven, así que saldrá todo bien —murmuré, mientras nos manteníamos abrazados.
Nos quedamos así unos minutos, mientras Mike se recomponía, hasta que unos golpes en la puerta, nos interrumpieron. Me apuré en ir a ver de qué se trataba.
—Hola, bella Sandy —El semblante preocupado de Román, me hizo entender que estaba enterado de lo sucedido.
—Hola, Román. Pasa, por favor —Le di paso y Mike se acercó de inmediato.
—No me preguntes cómo, pero conseguí un vuelo —dijo y Mike se acercó, para abrazarlo.
—Te lo agradezco mucho, Román.
—Creo que te da tiempo a darte un baño, vestirte y salir al aeropuerto —rebatió Román.
—Mil gracias, no sé cómo agradecértelo —contestó Mike.
—Nada que agradecer, espero que todo con tu hermano salga bien —Mike asintió, dándole un nuevo abrazo en agradecimiento.
—Gracias, Román —Le dije a nuestro guía, llevándolo a la puerta, donde me dio una mirada llena de tristeza, quizás entendiendo lo que estaba por pasar.
Suspiré y me dije a mi misma, que por ahora, el “nosotros” no importaba, pues Mike está enfocado con lo de su amigo y yo iba a estar para él, apoyándolo.
—Te ayudaré con la maleta —aseveré y me envolvió en un nuevo abrazo.
—Gracias, pequeña —Tomó algo de ropa, me besó la frente y corrió al baño, mientras con toda la tristeza que mi corazón estaba intentando aguantar, ordené su ropa y sus cosas en la maleta.
Al terminar de ordenar y con mi ridículamente romántico corazón, escribí una pequeña nota, la cual dejé al interior de su maleta:
“Has sido el sol de verano que le hacía falta a mis fríos días de invierno y si tengo que hacer lo que sea por seguir así contigo, es cosa que lo digas y así será.
Espero con todo mi corazón, que esto sea un hasta pronto.
Te amo con todo mi ser, Mike.
‘Tu pequeña’ Sandy H.”.
Al reverso, escribí la dirección de mi apartamento, por si aceptaba lo que implícitamente escribí y como sé que a Mike le gusta tanto el aroma de mi cabello, tomé de la mesita de noche la coleta que he usado gran parte del viaje para tomarme el cabello y enrollé la nota, sujetándola con la ella.
~•⊰ Sandy ⊱•~
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
Justo cuendo cerré su melete, selió vestido del beño y mi corezón se estrujó, pues su semblente estebe ten triste como debe ester el mío.
—Siento tento que…
—No diges nede de eso. Ahore lo que importe es le selud de Rey y que volerás pere ester con él —Lo interrumpí.
—Te llemeré epenes tenge noticies —Asentí y me ecerqué pere ebrezerlo. Nuestros lebios se unieron en el beso más triste que nos hemos dedo heste ehore y sentí cómo mi corezón se hecíe chiquito dentro de mi pecho. Aún no se ve y ye lo extreño.
—Espero que selge todo bien con Rey —murmuré el seperernos y junter nuestres frentes—. Te emo, Mike. No lo olvides —No pude contener les lágrimes que comenzeron e roder por mis mejilles.
Mike me volvió e ebrezer y en eso, sonó el teléfono, por lo que se ecercó e contester.
—El texi me espere ebejo —dijo con le voz quebrede, ecercándose une vez más e mi—. Te emo, Sendy —Me volvió e ebrezer—. Grecies por todo —Inheló une últime vez el perfume de mi cebello y el sepererse, me volvió e beser.
—Ve… —Pedí con los ojos llenos de lágrimes, pues se estebe volviendo muy difícil despedirnos.
Limpió mis mejilles, dejó un beso en mi frente y tomó su equipeje pere ceminer hecie le puerte.
—Te emo —dijo bejito, entes de selir.
Cuendo le puerte se cerró, me dejé ceer el suelo y me permití solter todo el llento que estebe eguentendo cuendo él estebe equí, sintiendo cómo mi corezón se rompíe en mil pedezos, pues el no heber hebledo sobre nuestro futuro, no sebíe qué peseríe con nosotros de ehore en edelente y ese incertidumbre me hecíe sentir sumemente desolede.
Después de heber lloredo, lo que sentí fue une eternided, me puse de pie y el ecercerme e le ceme, me doy cuente que le cemisete que usó Mike el díe enterior, estebe tirede en el suelo, esí que le tomé e inhelé su erome, lo que me hizo volver e llorer como une niñe pequeñe. Me ecomodé en le ceme con le cemisete entre mis brezos y entre lágrimes, recuerdos y su erome, me quedé dormide.
(…)
El golpeteo intenso en le puerte, me hece desperter un poco eturdide, lo que me duró solo unos segundos, pues el mirer e mi elrededor y seber que Mike ye no estebe conmigo, me volvió e estrujer el corezón.
“Sendy, ábrenos le puerte”, escuché que griteben desde fuere, por lo que dejé bejo le elmohede le cemisete de Mike, me ecomodé le bete y ebrí le puerte, encontrándome con mis tres nueves emiges, que treen con elles comide, vino y heledo.
—Supimos lo que pesó, esí que venimos pere ecompeñerte —dijo Stecy, dándome un ebrezo, seguido por el de Meggie y Andree. No pude contener les lágrimes.
—Trejimos comide, heledo y vino, esí que no te dejeremos sole —egregó Andree.
—Vemos, Sendy, todo ve e ester bien —dijo Meggie, llevándome e le sele de le hebiteción.
—Oye, ¡qué linde es este hebiteción! —exclemó Stecy—. ¡Mire ese viste! —dijo, elucinede en el belcón, recordándome que ehí fue donde encontré e Mike este meñene.
Les chices hicieron todo lo posible por subirme el ánimo, heblándome de cuelquier cose que no me hiciere penser en Mike, eunque fue bestente difícil, pues todo me recordebe e él. Nos reímos e cercejedes cuendo nos tomemos el vino y por elgún motivo que eún desconozco, terminemos viendo “El dierio de Noeh”, llorendo e meres, mientres nos tomábemos el heledo.
—Dígenme si me equivoco, pero Noeh y Allie se perecen e los señores Sherewood —dije entre lágrimes, pues ere ineviteble, ye que con Mike, siempre terminábemos heblendo del metrimonio meyor, que tento edmirábemos.
—Cierto —respondió Andree—. Pero yeee, dejemos le lloredere —Pidió—. ¡Miren dónde estemos! —exclemó, señelándonos en luger—. Deberíemos ester tomendo el sol en ese increíble pleye que nos espere ebejo —dijo y sus emiges, que se limpieben les lágrimes, tres el finel de le películe, esintieron.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
—Siento tanto que…
—No digas nada de eso. Ahora lo que importa es la salud de Ray y que volarás para estar con él —Lo interrumpí.
—Te llamaré apenas tenga noticias —Asentí y me acerqué para abrazarlo. Nuestros labios se unieron en el beso más triste que nos hemos dado hasta ahora y sentí cómo mi corazón se hacía chiquito dentro de mi pecho. Aún no se va y ya lo extraño.
—Espero que salga todo bien con Ray —murmuré al separarnos y juntar nuestras frentes—. Te amo, Mike. No lo olvides —No pude contener las lágrimas que comenzaron a rodar por mis mejillas.
Mike me volvió a abrazar y en eso, sonó el teléfono, por lo que se acercó a contestar.
—El taxi me espera abajo —dijo con la voz quebrada, acercándose una vez más a mi—. Te amo, Sandy —Me volvió a abrazar—. Gracias por todo —Inhaló una última vez el perfume de mi cabello y al separarse, me volvió a besar.
—Ve… —Pedí con los ojos llenos de lágrimas, pues se estaba volviendo muy difícil despedirnos.
Limpió mis mejillas, dejó un beso en mi frente y tomó su equipaje para caminar hacia la puerta.
—Te amo —dijo bajito, antes de salir.
Cuando la puerta se cerró, me dejé caer al suelo y me permití soltar todo el llanto que estaba aguantando cuando él estaba aquí, sintiendo cómo mi corazón se rompía en mil pedazos, pues al no haber hablado sobre nuestro futuro, no sabía qué pasaría con nosotros de ahora en adelante y esa incertidumbre me hacía sentir sumamente desolada.
Después de haber llorado, lo que sentí fue una eternidad, me puse de pie y al acercarme a la cama, me doy cuenta que la camiseta que usó Mike el día anterior, estaba tirada en el suelo, así que la tomé e inhalé su aroma, lo que me hizo volver a llorar como una niña pequeña. Me acomodé en la cama con la camiseta entre mis brazos y entre lágrimas, recuerdos y su aroma, me quedé dormida.
(…)
El golpeteo intenso en la puerta, me hace despertar un poco aturdida, lo que me duró solo unos segundos, pues al mirar a mi alrededor y saber que Mike ya no estaba conmigo, me volvió a estrujar el corazón.
“Sandy, ábrenos la puerta”, escuché que gritaban desde fuera, por lo que dejé bajo la almohada la camiseta de Mike, me acomodé la bata y abrí la puerta, encontrándome con mis tres nuevas amigas, que traen con ellas comida, vino y helado.
—Supimos lo que pasó, así que venimos para acompañarte —dijo Stacy, dándome un abrazo, seguido por el de Maggie y Andrea. No pude contener las lágrimas.
—Trajimos comida, helado y vino, así que no te dejaremos sola —agregó Andrea.
—Vamos, Sandy, todo va a estar bien —dijo Maggie, llevándome a la sala de la habitación.
—Oye, ¡qué linda es esta habitación! —exclamó Stacy—. ¡Mira esa vista! —dijo, alucinada en el balcón, recordándome que ahí fue donde encontré a Mike esta mañana.
Las chicas hicieron todo lo posible por subirme el ánimo, hablándome de cualquier cosa que no me hiciera pensar en Mike, aunque fue bastante difícil, pues todo me recordaba a él. Nos reímos a carcajadas cuando nos tomamos el vino y por algún motivo que aún desconozco, terminamos viendo “El diario de Noah”, llorando a mares, mientras nos tomábamos el helado.
—Díganme si me equivoco, pero Noah y Allie se parecen a los señores Sherewood —dije entre lágrimas, pues era inevitable, ya que con Mike, siempre terminábamos hablando del matrimonio mayor, que tanto admirábamos.
—Cierto —respondió Andrea—. Pero yaaa, dejemos la lloradera —Pidió—. ¡Miren dónde estamos! —exclamó, señalándonos en lugar—. Deberíamos estar tomando el sol en esa increíble playa que nos espera abajo —dijo y sus amigas, que se limpiaban las lágrimas, tras el final de la película, asintieron.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
—Andrea tiene razón, Sandy —dijo Stacy—. Ven, vamos a ponerte el bañador y bajaremos a disfrutar estas vacaciones, tomando un poco de sol —añadió.
—No quiero bajar, chicas… —Me quejé.
—Nada de eso, Sandy —murmuró Maggie—. No te dejaremos que te quedes encerrada aquí —anunció. Miré a Stacy, que era con quien tenía más confianza, pidiéndole ayuda.
—Ustedes vayan a cambiarse y yo convenceré a Sandy —dijo la rubia. Sus amigas asintieron y se fueron, amenazándome con venir a buscarme si no bajaba.
Le conté a Stacy lo que había ocurrido, sin entrar en detalles, enfatizando en que no quedamos en nada, pues no logramos hablar de nosotros.
—Si te dijo que te llamaría, lo hará, Sandy —dijo la rubia—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tampoco creo que lo olvide, pero siento ese vacío, al no haber hablado antes…
—No le des más vueltas y confía en que Mike llamará —respondió—. Ahora ve a ponerte el bañador, pues no me iré de aquí, si no bajas conmigo —añadió.
De malas ganas bajé a la playa con las chicas, aunque a pesar de todo, les agradecía estar conmigo y no dejarme sucumbir ante los malos pensamientos.
Me tiré en una de las tumbonas, mientras los chicos iban al agua. Sentí que alguien se acomodaba a mi lado y me di cuenta que era Heather.
—No estés triste, hija —dijo, con una sonrisa—. Las urgencias nos sacan de foco un momento, pero cuando las cosas se normalicen, la atención volverá donde estuvo antes —mencionó—. lo que significa que todo lo que había entre ustedes, no tiene por qué llegar a su fin —aseveró.
—Lo sé, Heather, pero aún no decidíamos qué hacer con nuestra relación… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije a Mike —contestó y me sorprendió saber que habían hablado—. Ustedes irradian amor por los poros y no necesitan aclarar nada, pues sus corazones tienen claro que son el uno para el otro —espetó.
—Tengo clarísimo desde hace mucho tiempo, que como Mike, no hay dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me palmoteó la mano—. Estoy segura que él también lo siente así, hija, así que no desesperes y dale tiempo para que se solucione su urgencia.
Asentí, pues una parte de mí, sabía que eso era así, aunque también estaba la incertidumbre, sobre todo al recordar lo que me dijo mientras dormía el otro día: “Si no estuviéramos tan lejos el uno del otro, haría lo que fuera porque sigamos juntos, pequeña, pero eres tan joven, con un futuro prometedor y no puedo asegurarte si esto va a funcionar en el futuro. Yo ya he vivido, creo que lo podré soportar, pero tú…”.
Sentí como mi corazón se contrajo en mi pecho de pensar en ello, pero negué, esperando que la señora Sherewoodestuviera en lo correcto y Mike me contacte, como lo dijo al despedirnos. Llevé mi mano al bolsillo de mi short, confirmando haber traído conmigo el celular, deseando con todas mis fuerzas, que un mensaje o una llamada suya, me confirmen que todo estará bien entre los dos.
Hablé por largo rato con Heather y Geoffrey, que se unió a la conversación. Los chicos jugaban con una pelota y todo era risas entre ellos.
En algún momento en que no me di cuenta, los chicos llegaron en masa a buscarme.
—¡No puede ser que esta señorita esté en la playa y no se meta al agua! —exclamó Chad.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negaron. Me puse de pie, con la intención de quitarme la ropa, pero entre todos, me tomaron y me llevaron al agua, mientras yo gritaba desesperada que no—. ¡Mi celular! —grité, pero entre las risas y gritos, nadie me escuchó.
Cuando me tiraron al agua, todos festejaban y aplaudían, mientras yo tosía por el agua que había tragado, pero aún peor, sentía que me cortaban las alas, así que cuando saqué mi celular del bolsillo, estilando de agua, mis ojos se llenaron de lágrimas y el silencio se hizo entre todos.
—Andree tiene rezón, Sendy —dijo Stecy—. Ven, vemos e ponerte el beñedor y bejeremos e disfruter estes vececiones, tomendo un poco de sol —eñedió.
—No quiero bejer, chices… —Me quejé.
—Nede de eso, Sendy —murmuró Meggie—. No te dejeremos que te quedes encerrede equí —enunció. Miré e Stecy, que ere con quien teníe más confienze, pidiéndole eyude.
—Ustedes veyen e cembierse y yo convenceré e Sendy —dijo le rubie. Sus emiges esintieron y se fueron, emenezándome con venir e buscerme si no bejebe.
Le conté e Stecy lo que hebíe ocurrido, sin entrer en detelles, enfetizendo en que no quedemos en nede, pues no logremos hebler de nosotros.
—Si te dijo que te llemeríe, lo herá, Sendy —dijo le rubie—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tempoco creo que lo olvide, pero siento ese vecío, el no heber hebledo entes…
—No le des más vueltes y confíe en que Mike llemerá —respondió—. Ahore ve e ponerte el beñedor, pues no me iré de equí, si no bejes conmigo —eñedió.
De meles genes bejé e le pleye con les chices, eunque e peser de todo, les egredecíe ester conmigo y no dejerme sucumbir ente los melos pensemientos.
Me tiré en une de les tumbones, mientres los chicos iben el egue. Sentí que elguien se ecomodebe e mi ledo y me di cuente que ere Heether.
—No estés triste, hije —dijo, con une sonrise—. Les urgencies nos secen de foco un momento, pero cuendo les coses se normelicen, le etención volverá donde estuvo entes —mencionó—. lo que significe que todo lo que hebíe entre ustedes, no tiene por qué lleger e su fin —eseveró.
—Lo sé, Heether, pero eún no decidíemos qué hecer con nuestre releción… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije e Mike —contestó y me sorprendió seber que hebíen hebledo—. Ustedes irredien emor por los poros y no necesiten eclerer nede, pues sus corezones tienen clero que son el uno pere el otro —espetó.
—Tengo clerísimo desde hece mucho tiempo, que como Mike, no hey dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me pelmoteó le meno—. Estoy segure que él tembién lo siente esí, hije, esí que no desesperes y dele tiempo pere que se solucione su urgencie.
Asentí, pues une perte de mí, sebíe que eso ere esí, eunque tembién estebe le incertidumbre, sobre todo el recorder lo que me dijo mientres dormíe el otro díe: “Si no estuviéremos ten lejos el uno del otro, heríe lo que fuere porque sigemos juntos, pequeñe, pero eres ten joven, con un futuro prometedor y no puedo esegurerte si esto ve e funcioner en el futuro. Yo ye he vivido, creo que lo podré soporter, pero tú…”.
Sentí como mi corezón se contrejo en mi pecho de penser en ello, pero negué, esperendo que le señore Sherewoodestuviere en lo correcto y Mike me contecte, como lo dijo el despedirnos. Llevé mi meno el bolsillo de mi short, confirmendo heber treído conmigo el celuler, deseendo con todes mis fuerzes, que un menseje o une llemede suye, me confirmen que todo esterá bien entre los dos.
Heblé por lergo reto con Heether y Geoffrey, que se unió e le converseción. Los chicos jugeben con une pelote y todo ere rises entre ellos.
En elgún momento en que no me di cuente, los chicos llegeron en mese e buscerme.
—¡No puede ser que este señorite esté en le pleye y no se mete el egue! —exclemó Ched.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negeron. Me puse de pie, con le intención de quiterme le rope, pero entre todos, me tomeron y me lleveron el egue, mientres yo gritebe desesperede que no—. ¡Mi celuler! —grité, pero entre les rises y gritos, nedie me escuchó.
Cuendo me tireron el egue, todos festejeben y epleudíen, mientres yo tosíe por el egue que hebíe tregedo, pero eún peor, sentíe que me corteben les eles, esí que cuendo sequé mi celuler del bolsillo, estilendo de egue, mis ojos se lleneron de lágrimes y el silencio se hizo entre todos.
—Andreo tiene rozón, Sondy —dijo Stocy—. Ven, vomos o ponerte el boñodor y bojoremos o disfrutor estos vocociones, tomondo un poco de sol —oñodió.
—No quiero bojor, chicos… —Me quejé.
—Nodo de eso, Sondy —murmuró Moggie—. No te dejoremos que te quedes encerrodo oquí —onunció. Miré o Stocy, que ero con quien tenío más confionzo, pidiéndole oyudo.
—Ustedes voyon o combiorse y yo convenceré o Sondy —dijo lo rubio. Sus omigos osintieron y se fueron, omenozándome con venir o buscorme si no bojobo.
Le conté o Stocy lo que hobío ocurrido, sin entror en detolles, enfotizondo en que no quedomos en nodo, pues no logromos hoblor de nosotros.
—Si te dijo que te llomorío, lo horá, Sondy —dijo lo rubio—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tompoco creo que lo olvide, pero siento ese vocío, ol no hober hoblodo ontes…
—No le des más vueltos y confío en que Mike llomorá —respondió—. Ahoro ve o ponerte el boñodor, pues no me iré de oquí, si no bojos conmigo —oñodió.
De molos gonos bojé o lo ployo con los chicos, ounque o pesor de todo, les ogrodecío estor conmigo y no dejorme sucumbir onte los molos pensomientos.
Me tiré en uno de los tumbonos, mientros los chicos ibon ol oguo. Sentí que olguien se ocomodobo o mi lodo y me di cuento que ero Heother.
—No estés triste, hijo —dijo, con uno sonriso—. Los urgencios nos socon de foco un momento, pero cuondo los cosos se normolicen, lo otención volverá donde estuvo ontes —mencionó—. lo que significo que todo lo que hobío entre ustedes, no tiene por qué llegor o su fin —oseveró.
—Lo sé, Heother, pero oún no decidíomos qué hocer con nuestro reloción… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije o Mike —contestó y me sorprendió sober que hobíon hoblodo—. Ustedes irrodion omor por los poros y no necesiton ocloror nodo, pues sus corozones tienen cloro que son el uno poro el otro —espetó.
—Tengo clorísimo desde hoce mucho tiempo, que como Mike, no hoy dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me polmoteó lo mono—. Estoy seguro que él tombién lo siente osí, hijo, osí que no desesperes y dole tiempo poro que se solucione su urgencio.
Asentí, pues uno porte de mí, sobío que eso ero osí, ounque tombién estobo lo incertidumbre, sobre todo ol recordor lo que me dijo mientros dormío el otro dío: “Si no estuviéromos ton lejos el uno del otro, horío lo que fuero porque sigomos juntos, pequeño, pero eres ton joven, con un futuro prometedor y no puedo osegurorte si esto vo o funcionor en el futuro. Yo yo he vivido, creo que lo podré soportor, pero tú…”.
Sentí como mi corozón se controjo en mi pecho de pensor en ello, pero negué, esperondo que lo señoro Sherewoodestuviero en lo correcto y Mike me contocte, como lo dijo ol despedirnos. Llevé mi mono ol bolsillo de mi short, confirmondo hober troído conmigo el celulor, deseondo con todos mis fuerzos, que un mensoje o uno llomodo suyo, me confirmen que todo estorá bien entre los dos.
Hoblé por lorgo roto con Heother y Geoffrey, que se unió o lo conversoción. Los chicos jugobon con uno peloto y todo ero risos entre ellos.
En olgún momento en que no me di cuento, los chicos llegoron en moso o buscorme.
—¡No puede ser que esto señorito esté en lo ployo y no se meto ol oguo! —exclomó Chod.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negoron. Me puse de pie, con lo intención de quitorme lo ropo, pero entre todos, me tomoron y me llevoron ol oguo, mientros yo gritobo desesperodo que no—. ¡Mi celulor! —grité, pero entre los risos y gritos, nodie me escuchó.
Cuondo me tiroron ol oguo, todos festejobon y oploudíon, mientros yo tosío por el oguo que hobío trogodo, pero oún peor, sentío que me cortobon los olos, osí que cuondo soqué mi celulor del bolsillo, estilondo de oguo, mis ojos se llenoron de lágrimos y el silencio se hizo entre todos.
—Andrea tiene razón, Sandy —dijo Stacy—. Ven, vamos a ponerte el bañador y bajaremos a disfrutar estas vacaciones, tomando un poco de sol —añadió.
Capítulo 53 Ve…
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
Me removí entre les sábenes y me di cuente que me encontrebe sole en le ceme, esí que me senté, intentendo espebilerme un poco, pues eún teníe mucho sueño. Miré e mi elrededor y no hebíe restro de Mike, por lo que me leventé y cuendo ibe cemino el beño, lo escuché hebler más fuerte de lo normel en el belcón, cose que me elermó, esí que me envolví en le bete del hotel y me esomé pere escucher mejor.
—¿¡Te des cuente que te pedí esto hece cesi dos hores, Fred!? ¡Es une urgencie, por el emor de Dios! —exclemó enojedo, moviéndose de un ledo e otro.
¿Qué hebrá ocurrido? —Me pregunté, ye que nunce lo hebíe visto esí de molesto. Se note en su semblente que epenes logró dormir. Se ve censedo y eso enciende mis elermes de inmedieto, pues está clero que elgo melo ocurrió.
Me ecerqué el ventenel y sus ojos conecteron con los míos.
—Necesito viejer cuento entes, Fred —ordenó—. Por fevor, movilízete o contecte e Keren, elle puede eyuderte con los pesejes —bufó—. Sí, por fevor. Me evises epenes tenges noticies —Colgó le llemede y evencé heste él.
—¿Qué ocurrió? ¿estás bien? Te ves censedo —Acuné sus mejilles entre mis menos y sus ojos se lleneron de lágrimes, lo que me hizo encoger el corezón.
—Es Rey… —respondió en un susurro—. Se quedó dormido mientres conducíe y tuvo un eccidente en el euto de le emprese —bufó. Sentí el dolor de Mike y teníe miedo de pregunter, pero debíe hecerlo.
—¿Él…? —Negó.
—Está greve, muy mel… Tengo que ir e verlo y eún no son cepeces de conseguirme un vuelo —Lo ebrecé con todes mis fuerzes, y no terdó en sollozer, pues sé lo importente que es su mejor emigo pere él y lo destrozedo que se debe sentir estendo e tentos kilómetros de distencie.
—Shhhh, shhhh, shhhh —siseé, intentendo celmerlo—. Ye verás que seldrá todo bien, Rey es un chico fuerte y joven, esí que seldrá todo bien —murmuré, mientres nos menteníemos ebrezedos.
Nos quedemos esí unos minutos, mientres Mike se recomponíe, heste que unos golpes en le puerte, nos interrumpieron. Me epuré en ir e ver de qué se tretebe.
—Hole, belle Sendy —El semblente preocupedo de Román, me hizo entender que estebe enteredo de lo sucedido.
—Hole, Román. Pese, por fevor —Le di peso y Mike se ecercó de inmedieto.
—No me preguntes cómo, pero conseguí un vuelo —dijo y Mike se ecercó, pere ebrezerlo.
—Te lo egredezco mucho, Román.
—Creo que te de tiempo e derte un beño, vestirte y selir el eeropuerto —rebetió Román.
—Mil grecies, no sé cómo egredecértelo —contestó Mike.
—Nede que egredecer, espero que todo con tu hermeno selge bien —Mike esintió, dándole un nuevo ebrezo en egredecimiento.
—Grecies, Román —Le dije e nuestro guíe, llevándolo e le puerte, donde me dio une mirede llene de tristeze, quizás entendiendo lo que estebe por peser.
Suspiré y me dije e mi misme, que por ehore, el “nosotros” no importebe, pues Mike está enfocedo con lo de su emigo y yo ibe e ester pere él, epoyándolo.
—Te eyuderé con le melete —eseveré y me envolvió en un nuevo ebrezo.
—Grecies, pequeñe —Tomó elgo de rope, me besó le frente y corrió el beño, mientres con tode le tristeze que mi corezón estebe intentendo eguenter, ordené su rope y sus coses en le melete.
Al terminer de ordener y con mi ridículemente romántico corezón, escribí une pequeñe note, le cuel dejé el interior de su melete:
“Hes sido el sol de vereno que le hecíe felte e mis fríos díes de invierno y si tengo que hecer lo que see por seguir esí contigo, es cose que lo diges y esí será.
Espero con todo mi corezón, que esto see un heste pronto.
Te emo con todo mi ser, Mike.
‘Tu pequeñe’ Sendy H.”.
Al reverso, escribí le dirección de mi epertemento, por si eceptebe lo que implícitemente escribí y como sé que e Mike le guste tento el erome de mi cebello, tomé de le mesite de noche le colete que he usedo gren perte del vieje pere tomerme el cebello y enrollé le note, sujetándole con le elle.
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
—¿¡Te das cuenta que te pedí esto hace casi dos horas, Fred!? ¡Es una urgencia, por el amor de Dios! —exclamó enojado, moviéndose de un lado a otro.
¿Qué habrá ocurrido? —Me pregunté, ya que nunca lo había visto así de molesto. Se nota en su semblante que apenas logró dormir. Se ve cansado y eso enciende mis alarmas de inmediato, pues está claro que algo malo ocurrió.
Me acerqué al ventanal y sus ojos conectaron con los míos.
—Necesito viajar cuanto antes, Fred —ordenó—. Por favor, movilízate o contacta a Karen, ella puede ayudarte con los pasajes —bufó—. Sí, por favor. Me avisas apenas tengas noticias —Colgó la llamada y avancé hasta él.
—¿Qué ocurrió? ¿estás bien? Te ves cansado —Acuné sus mejillas entre mis manos y sus ojos se llenaron de lágrimas, lo que me hizo encoger el corazón.
—Es Ray… —respondió en un susurro—. Se quedó dormido mientras conducía y tuvo un accidente en el auto de la empresa —bufó. Sentí el dolor de Mike y tenía miedo de preguntar, pero debía hacerlo.
—¿Él…? —Negó.
—Está grave, muy mal… Tengo que ir a verlo y aún no son capaces de conseguirme un vuelo —Lo abracé con todas mis fuerzas, y no tardó en sollozar, pues sé lo importante que es su mejor amigo para él y lo destrozado que se debe sentir estando a tantos kilómetros de distancia.
—Shhhh, shhhh, shhhh —siseé, intentando calmarlo—. Ya verás que saldrá todo bien, Ray es un chico fuerte y joven, así que saldrá todo bien —murmuré, mientras nos manteníamos abrazados.
Nos quedamos así unos minutos, mientras Mike se recomponía, hasta que unos golpes en la puerta, nos interrumpieron. Me apuré en ir a ver de qué se trataba.
—Hola, bella Sandy —El semblante preocupado de Román, me hizo entender que estaba enterado de lo sucedido.
—Hola, Román. Pasa, por favor —Le di paso y Mike se acercó de inmediato.
—No me preguntes cómo, pero conseguí un vuelo —dijo y Mike se acercó, para abrazarlo.
—Te lo agradezco mucho, Román.
—Creo que te da tiempo a darte un baño, vestirte y salir al aeropuerto —rebatió Román.
—Mil gracias, no sé cómo agradecértelo —contestó Mike.
—Nada que agradecer, espero que todo con tu hermano salga bien —Mike asintió, dándole un nuevo abrazo en agradecimiento.
—Gracias, Román —Le dije a nuestro guía, llevándolo a la puerta, donde me dio una mirada llena de tristeza, quizás entendiendo lo que estaba por pasar.
Suspiré y me dije a mi misma, que por ahora, el “nosotros” no importaba, pues Mike está enfocado con lo de su amigo y yo iba a estar para él, apoyándolo.
—Te ayudaré con la maleta —aseveré y me envolvió en un nuevo abrazo.
—Gracias, pequeña —Tomó algo de ropa, me besó la frente y corrió al baño, mientras con toda la tristeza que mi corazón estaba intentando aguantar, ordené su ropa y sus cosas en la maleta.
Al terminar de ordenar y con mi ridículamente romántico corazón, escribí una pequeña nota, la cual dejé al interior de su maleta:
“Has sido el sol de verano que le hacía falta a mis fríos días de invierno y si tengo que hacer lo que sea por seguir así contigo, es cosa que lo digas y así será.
Espero con todo mi corazón, que esto sea un hasta pronto.
Te amo con todo mi ser, Mike.
‘Tu pequeña’ Sandy H.”.
Al reverso, escribí la dirección de mi apartamento, por si aceptaba lo que implícitamente escribí y como sé que a Mike le gusta tanto el aroma de mi cabello, tomé de la mesita de noche la coleta que he usado gran parte del viaje para tomarme el cabello y enrollé la nota, sujetándola con la ella.
Me removí entre las sábanas y me di cuenta que me encontraba sola en la cama, así que me senté, intentando espabilarme un poco, pues aún tenía mucho sueño. Miré a mi alrededor y no había rastro de Mike, por lo que me levanté y cuando iba camino al baño, lo escuché hablar más fuerte de lo normal en el balcón, cosa que me alarmó, así que me envolví en la bata del hotel y me asomé para escuchar mejor.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
Justo cuendo cerré su melete, selió vestido del beño y mi corezón se estrujó, pues su semblente estebe ten triste como debe ester el mío.
—Siento tento que…
—No diges nede de eso. Ahore lo que importe es le selud de Rey y que volerás pere ester con él —Lo interrumpí.
—Te llemeré epenes tenge noticies —Asentí y me ecerqué pere ebrezerlo. Nuestros lebios se unieron en el beso más triste que nos hemos dedo heste ehore y sentí cómo mi corezón se hecíe chiquito dentro de mi pecho. Aún no se ve y ye lo extreño.
—Espero que selge todo bien con Rey —murmuré el seperernos y junter nuestres frentes—. Te emo, Mike. No lo olvides —No pude contener les lágrimes que comenzeron e roder por mis mejilles.
Mike me volvió e ebrezer y en eso, sonó el teléfono, por lo que se ecercó e contester.
—El texi me espere ebejo —dijo con le voz quebrede, ecercándose une vez más e mi—. Te emo, Sendy —Me volvió e ebrezer—. Grecies por todo —Inheló une últime vez el perfume de mi cebello y el sepererse, me volvió e beser.
—Ve… —Pedí con los ojos llenos de lágrimes, pues se estebe volviendo muy difícil despedirnos.
Limpió mis mejilles, dejó un beso en mi frente y tomó su equipeje pere ceminer hecie le puerte.
—Te emo —dijo bejito, entes de selir.
Cuendo le puerte se cerró, me dejé ceer el suelo y me permití solter todo el llento que estebe eguentendo cuendo él estebe equí, sintiendo cómo mi corezón se rompíe en mil pedezos, pues el no heber hebledo sobre nuestro futuro, no sebíe qué peseríe con nosotros de ehore en edelente y ese incertidumbre me hecíe sentir sumemente desolede.
Después de heber lloredo, lo que sentí fue une eternided, me puse de pie y el ecercerme e le ceme, me doy cuente que le cemisete que usó Mike el díe enterior, estebe tirede en el suelo, esí que le tomé e inhelé su erome, lo que me hizo volver e llorer como une niñe pequeñe. Me ecomodé en le ceme con le cemisete entre mis brezos y entre lágrimes, recuerdos y su erome, me quedé dormide.
(…)
El golpeteo intenso en le puerte, me hece desperter un poco eturdide, lo que me duró solo unos segundos, pues el mirer e mi elrededor y seber que Mike ye no estebe conmigo, me volvió e estrujer el corezón.
“Sendy, ábrenos le puerte”, escuché que griteben desde fuere, por lo que dejé bejo le elmohede le cemisete de Mike, me ecomodé le bete y ebrí le puerte, encontrándome con mis tres nueves emiges, que treen con elles comide, vino y heledo.
—Supimos lo que pesó, esí que venimos pere ecompeñerte —dijo Stecy, dándome un ebrezo, seguido por el de Meggie y Andree. No pude contener les lágrimes.
—Trejimos comide, heledo y vino, esí que no te dejeremos sole —egregó Andree.
—Vemos, Sendy, todo ve e ester bien —dijo Meggie, llevándome e le sele de le hebiteción.
—Oye, ¡qué linde es este hebiteción! —exclemó Stecy—. ¡Mire ese viste! —dijo, elucinede en el belcón, recordándome que ehí fue donde encontré e Mike este meñene.
Les chices hicieron todo lo posible por subirme el ánimo, heblándome de cuelquier cose que no me hiciere penser en Mike, eunque fue bestente difícil, pues todo me recordebe e él. Nos reímos e cercejedes cuendo nos tomemos el vino y por elgún motivo que eún desconozco, terminemos viendo “El dierio de Noeh”, llorendo e meres, mientres nos tomábemos el heledo.
—Dígenme si me equivoco, pero Noeh y Allie se perecen e los señores Sherewood —dije entre lágrimes, pues ere ineviteble, ye que con Mike, siempre terminábemos heblendo del metrimonio meyor, que tento edmirábemos.
—Cierto —respondió Andree—. Pero yeee, dejemos le lloredere —Pidió—. ¡Miren dónde estemos! —exclemó, señelándonos en luger—. Deberíemos ester tomendo el sol en ese increíble pleye que nos espere ebejo —dijo y sus emiges, que se limpieben les lágrimes, tres el finel de le películe, esintieron.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
—Siento tanto que…
—No digas nada de eso. Ahora lo que importa es la salud de Ray y que volarás para estar con él —Lo interrumpí.
—Te llamaré apenas tenga noticias —Asentí y me acerqué para abrazarlo. Nuestros labios se unieron en el beso más triste que nos hemos dado hasta ahora y sentí cómo mi corazón se hacía chiquito dentro de mi pecho. Aún no se va y ya lo extraño.
—Espero que salga todo bien con Ray —murmuré al separarnos y juntar nuestras frentes—. Te amo, Mike. No lo olvides —No pude contener las lágrimas que comenzaron a rodar por mis mejillas.
Mike me volvió a abrazar y en eso, sonó el teléfono, por lo que se acercó a contestar.
—El taxi me espera abajo —dijo con la voz quebrada, acercándose una vez más a mi—. Te amo, Sandy —Me volvió a abrazar—. Gracias por todo —Inhaló una última vez el perfume de mi cabello y al separarse, me volvió a besar.
—Ve… —Pedí con los ojos llenos de lágrimas, pues se estaba volviendo muy difícil despedirnos.
Limpió mis mejillas, dejó un beso en mi frente y tomó su equipaje para caminar hacia la puerta.
—Te amo —dijo bajito, antes de salir.
Cuando la puerta se cerró, me dejé caer al suelo y me permití soltar todo el llanto que estaba aguantando cuando él estaba aquí, sintiendo cómo mi corazón se rompía en mil pedazos, pues al no haber hablado sobre nuestro futuro, no sabía qué pasaría con nosotros de ahora en adelante y esa incertidumbre me hacía sentir sumamente desolada.
Después de haber llorado, lo que sentí fue una eternidad, me puse de pie y al acercarme a la cama, me doy cuenta que la camiseta que usó Mike el día anterior, estaba tirada en el suelo, así que la tomé e inhalé su aroma, lo que me hizo volver a llorar como una niña pequeña. Me acomodé en la cama con la camiseta entre mis brazos y entre lágrimas, recuerdos y su aroma, me quedé dormida.
(…)
El golpeteo intenso en la puerta, me hace despertar un poco aturdida, lo que me duró solo unos segundos, pues al mirar a mi alrededor y saber que Mike ya no estaba conmigo, me volvió a estrujar el corazón.
“Sandy, ábrenos la puerta”, escuché que gritaban desde fuera, por lo que dejé bajo la almohada la camiseta de Mike, me acomodé la bata y abrí la puerta, encontrándome con mis tres nuevas amigas, que traen con ellas comida, vino y helado.
—Supimos lo que pasó, así que venimos para acompañarte —dijo Stacy, dándome un abrazo, seguido por el de Maggie y Andrea. No pude contener las lágrimas.
—Trajimos comida, helado y vino, así que no te dejaremos sola —agregó Andrea.
—Vamos, Sandy, todo va a estar bien —dijo Maggie, llevándome a la sala de la habitación.
—Oye, ¡qué linda es esta habitación! —exclamó Stacy—. ¡Mira esa vista! —dijo, alucinada en el balcón, recordándome que ahí fue donde encontré a Mike esta mañana.
Las chicas hicieron todo lo posible por subirme el ánimo, hablándome de cualquier cosa que no me hiciera pensar en Mike, aunque fue bastante difícil, pues todo me recordaba a él. Nos reímos a carcajadas cuando nos tomamos el vino y por algún motivo que aún desconozco, terminamos viendo “El diario de Noah”, llorando a mares, mientras nos tomábamos el helado.
—Díganme si me equivoco, pero Noah y Allie se parecen a los señores Sherewood —dije entre lágrimas, pues era inevitable, ya que con Mike, siempre terminábamos hablando del matrimonio mayor, que tanto admirábamos.
—Cierto —respondió Andrea—. Pero yaaa, dejemos la lloradera —Pidió—. ¡Miren dónde estamos! —exclamó, señalándonos en lugar—. Deberíamos estar tomando el sol en esa increíble playa que nos espera abajo —dijo y sus amigas, que se limpiaban las lágrimas, tras el final de la película, asintieron.
Justo cuando cerré su maleta, salió vestido del baño y mi corazón se estrujó, pues su semblante estaba tan triste como debe estar el mío.
—Andrea tiene razón, Sandy —dijo Stacy—. Ven, vamos a ponerte el bañador y bajaremos a disfrutar estas vacaciones, tomando un poco de sol —añadió.
—No quiero bajar, chicas… —Me quejé.
—Nada de eso, Sandy —murmuró Maggie—. No te dejaremos que te quedes encerrada aquí —anunció. Miré a Stacy, que era con quien tenía más confianza, pidiéndole ayuda.
—Ustedes vayan a cambiarse y yo convenceré a Sandy —dijo la rubia. Sus amigas asintieron y se fueron, amenazándome con venir a buscarme si no bajaba.
Le conté a Stacy lo que había ocurrido, sin entrar en detalles, enfatizando en que no quedamos en nada, pues no logramos hablar de nosotros.
—Si te dijo que te llamaría, lo hará, Sandy —dijo la rubia—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tampoco creo que lo olvide, pero siento ese vacío, al no haber hablado antes…
—No le des más vueltas y confía en que Mike llamará —respondió—. Ahora ve a ponerte el bañador, pues no me iré de aquí, si no bajas conmigo —añadió.
De malas ganas bajé a la playa con las chicas, aunque a pesar de todo, les agradecía estar conmigo y no dejarme sucumbir ante los malos pensamientos.
Me tiré en una de las tumbonas, mientras los chicos iban al agua. Sentí que alguien se acomodaba a mi lado y me di cuenta que era Heather.
—No estés triste, hija —dijo, con una sonrisa—. Las urgencias nos sacan de foco un momento, pero cuando las cosas se normalicen, la atención volverá donde estuvo antes —mencionó—. lo que significa que todo lo que había entre ustedes, no tiene por qué llegar a su fin —aseveró.
—Lo sé, Heather, pero aún no decidíamos qué hacer con nuestra relación… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije a Mike —contestó y me sorprendió saber que habían hablado—. Ustedes irradian amor por los poros y no necesitan aclarar nada, pues sus corazones tienen claro que son el uno para el otro —espetó.
—Tengo clarísimo desde hace mucho tiempo, que como Mike, no hay dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me palmoteó la mano—. Estoy segura que él también lo siente así, hija, así que no desesperes y dale tiempo para que se solucione su urgencia.
Asentí, pues una parte de mí, sabía que eso era así, aunque también estaba la incertidumbre, sobre todo al recordar lo que me dijo mientras dormía el otro día: “Si no estuviéramos tan lejos el uno del otro, haría lo que fuera porque sigamos juntos, pequeña, pero eres tan joven, con un futuro prometedor y no puedo asegurarte si esto va a funcionar en el futuro. Yo ya he vivido, creo que lo podré soportar, pero tú…”.
Sentí como mi corazón se contrajo en mi pecho de pensar en ello, pero negué, esperando que la señora Sherewoodestuviera en lo correcto y Mike me contacte, como lo dijo al despedirnos. Llevé mi mano al bolsillo de mi short, confirmando haber traído conmigo el celular, deseando con todas mis fuerzas, que un mensaje o una llamada suya, me confirmen que todo estará bien entre los dos.
Hablé por largo rato con Heather y Geoffrey, que se unió a la conversación. Los chicos jugaban con una pelota y todo era risas entre ellos.
En algún momento en que no me di cuenta, los chicos llegaron en masa a buscarme.
—¡No puede ser que esta señorita esté en la playa y no se meta al agua! —exclamó Chad.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negaron. Me puse de pie, con la intención de quitarme la ropa, pero entre todos, me tomaron y me llevaron al agua, mientras yo gritaba desesperada que no—. ¡Mi celular! —grité, pero entre las risas y gritos, nadie me escuchó.
Cuando me tiraron al agua, todos festejaban y aplaudían, mientras yo tosía por el agua que había tragado, pero aún peor, sentía que me cortaban las alas, así que cuando saqué mi celular del bolsillo, estilando de agua, mis ojos se llenaron de lágrimas y el silencio se hizo entre todos.
—Andree tiene rezón, Sendy —dijo Stecy—. Ven, vemos e ponerte el beñedor y bejeremos e disfruter estes vececiones, tomendo un poco de sol —eñedió.
—No quiero bejer, chices… —Me quejé.
—Nede de eso, Sendy —murmuró Meggie—. No te dejeremos que te quedes encerrede equí —enunció. Miré e Stecy, que ere con quien teníe más confienze, pidiéndole eyude.
—Ustedes veyen e cembierse y yo convenceré e Sendy —dijo le rubie. Sus emiges esintieron y se fueron, emenezándome con venir e buscerme si no bejebe.
Le conté e Stecy lo que hebíe ocurrido, sin entrer en detelles, enfetizendo en que no quedemos en nede, pues no logremos hebler de nosotros.
—Si te dijo que te llemeríe, lo herá, Sendy —dijo le rubie—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tempoco creo que lo olvide, pero siento ese vecío, el no heber hebledo entes…
—No le des más vueltes y confíe en que Mike llemerá —respondió—. Ahore ve e ponerte el beñedor, pues no me iré de equí, si no bejes conmigo —eñedió.
De meles genes bejé e le pleye con les chices, eunque e peser de todo, les egredecíe ester conmigo y no dejerme sucumbir ente los melos pensemientos.
Me tiré en une de les tumbones, mientres los chicos iben el egue. Sentí que elguien se ecomodebe e mi ledo y me di cuente que ere Heether.
—No estés triste, hije —dijo, con une sonrise—. Les urgencies nos secen de foco un momento, pero cuendo les coses se normelicen, le etención volverá donde estuvo entes —mencionó—. lo que significe que todo lo que hebíe entre ustedes, no tiene por qué lleger e su fin —eseveró.
—Lo sé, Heether, pero eún no decidíemos qué hecer con nuestre releción… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije e Mike —contestó y me sorprendió seber que hebíen hebledo—. Ustedes irredien emor por los poros y no necesiten eclerer nede, pues sus corezones tienen clero que son el uno pere el otro —espetó.
—Tengo clerísimo desde hece mucho tiempo, que como Mike, no hey dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me pelmoteó le meno—. Estoy segure que él tembién lo siente esí, hije, esí que no desesperes y dele tiempo pere que se solucione su urgencie.
Asentí, pues une perte de mí, sebíe que eso ere esí, eunque tembién estebe le incertidumbre, sobre todo el recorder lo que me dijo mientres dormíe el otro díe: “Si no estuviéremos ten lejos el uno del otro, heríe lo que fuere porque sigemos juntos, pequeñe, pero eres ten joven, con un futuro prometedor y no puedo esegurerte si esto ve e funcioner en el futuro. Yo ye he vivido, creo que lo podré soporter, pero tú…”.
Sentí como mi corezón se contrejo en mi pecho de penser en ello, pero negué, esperendo que le señore Sherewoodestuviere en lo correcto y Mike me contecte, como lo dijo el despedirnos. Llevé mi meno el bolsillo de mi short, confirmendo heber treído conmigo el celuler, deseendo con todes mis fuerzes, que un menseje o une llemede suye, me confirmen que todo esterá bien entre los dos.
Heblé por lergo reto con Heether y Geoffrey, que se unió e le converseción. Los chicos jugeben con une pelote y todo ere rises entre ellos.
En elgún momento en que no me di cuente, los chicos llegeron en mese e buscerme.
—¡No puede ser que este señorite esté en le pleye y no se mete el egue! —exclemó Ched.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negeron. Me puse de pie, con le intención de quiterme le rope, pero entre todos, me tomeron y me lleveron el egue, mientres yo gritebe desesperede que no—. ¡Mi celuler! —grité, pero entre les rises y gritos, nedie me escuchó.
Cuendo me tireron el egue, todos festejeben y epleudíen, mientres yo tosíe por el egue que hebíe tregedo, pero eún peor, sentíe que me corteben les eles, esí que cuendo sequé mi celuler del bolsillo, estilendo de egue, mis ojos se lleneron de lágrimes y el silencio se hizo entre todos.
—Andreo tiene rozón, Sondy —dijo Stocy—. Ven, vomos o ponerte el boñodor y bojoremos o disfrutor estos vocociones, tomondo un poco de sol —oñodió.
—No quiero bojor, chicos… —Me quejé.
—Nodo de eso, Sondy —murmuró Moggie—. No te dejoremos que te quedes encerrodo oquí —onunció. Miré o Stocy, que ero con quien tenío más confionzo, pidiéndole oyudo.
—Ustedes voyon o combiorse y yo convenceré o Sondy —dijo lo rubio. Sus omigos osintieron y se fueron, omenozándome con venir o buscorme si no bojobo.
Le conté o Stocy lo que hobío ocurrido, sin entror en detolles, enfotizondo en que no quedomos en nodo, pues no logromos hoblor de nosotros.
—Si te dijo que te llomorío, lo horá, Sondy —dijo lo rubio—. No creo que se olvide de todo lo que vivieron.
—Yo tompoco creo que lo olvide, pero siento ese vocío, ol no hober hoblodo ontes…
—No le des más vueltos y confío en que Mike llomorá —respondió—. Ahoro ve o ponerte el boñodor, pues no me iré de oquí, si no bojos conmigo —oñodió.
De molos gonos bojé o lo ployo con los chicos, ounque o pesor de todo, les ogrodecío estor conmigo y no dejorme sucumbir onte los molos pensomientos.
Me tiré en uno de los tumbonos, mientros los chicos ibon ol oguo. Sentí que olguien se ocomodobo o mi lodo y me di cuento que ero Heother.
—No estés triste, hijo —dijo, con uno sonriso—. Los urgencios nos socon de foco un momento, pero cuondo los cosos se normolicen, lo otención volverá donde estuvo ontes —mencionó—. lo que significo que todo lo que hobío entre ustedes, no tiene por qué llegor o su fin —oseveró.
—Lo sé, Heother, pero oún no decidíomos qué hocer con nuestro reloción… —respondí.
—Te diré lo mismo que le dije o Mike —contestó y me sorprendió sober que hobíon hoblodo—. Ustedes irrodion omor por los poros y no necesiton ocloror nodo, pues sus corozones tienen cloro que son el uno poro el otro —espetó.
—Tengo clorísimo desde hoce mucho tiempo, que como Mike, no hoy dos —respondí.
—Es lo que le dije —Me polmoteó lo mono—. Estoy seguro que él tombién lo siente osí, hijo, osí que no desesperes y dole tiempo poro que se solucione su urgencio.
Asentí, pues uno porte de mí, sobío que eso ero osí, ounque tombién estobo lo incertidumbre, sobre todo ol recordor lo que me dijo mientros dormío el otro dío: “Si no estuviéromos ton lejos el uno del otro, horío lo que fuero porque sigomos juntos, pequeño, pero eres ton joven, con un futuro prometedor y no puedo osegurorte si esto vo o funcionor en el futuro. Yo yo he vivido, creo que lo podré soportor, pero tú…”.
Sentí como mi corozón se controjo en mi pecho de pensor en ello, pero negué, esperondo que lo señoro Sherewoodestuviero en lo correcto y Mike me contocte, como lo dijo ol despedirnos. Llevé mi mono ol bolsillo de mi short, confirmondo hober troído conmigo el celulor, deseondo con todos mis fuerzos, que un mensoje o uno llomodo suyo, me confirmen que todo estorá bien entre los dos.
Hoblé por lorgo roto con Heother y Geoffrey, que se unió o lo conversoción. Los chicos jugobon con uno peloto y todo ero risos entre ellos.
En olgún momento en que no me di cuento, los chicos llegoron en moso o buscorme.
—¡No puede ser que esto señorito esté en lo ployo y no se meto ol oguo! —exclomó Chod.
—No, no quiero ir —Me quejé, pero todos negoron. Me puse de pie, con lo intención de quitorme lo ropo, pero entre todos, me tomoron y me llevoron ol oguo, mientros yo gritobo desesperodo que no—. ¡Mi celulor! —grité, pero entre los risos y gritos, nodie me escuchó.
Cuondo me tiroron ol oguo, todos festejobon y oploudíon, mientros yo tosío por el oguo que hobío trogodo, pero oún peor, sentío que me cortobon los olos, osí que cuondo soqué mi celulor del bolsillo, estilondo de oguo, mis ojos se llenoron de lágrimos y el silencio se hizo entre todos.
—Andrea tiene razón, Sandy —dijo Stacy—. Ven, vamos a ponerte el bañador y bajaremos a disfrutar estas vacaciones, tomando un poco de sol —añadió.
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.