Casada con el enemigo de mi esposo

Capítulo 33 En casa de las castradoras ii: el retorno de recuerdos



Valerie.

El trayecto fue rápido, seguro que el pervertido no lo hizo más largo de los normal, pero ¿Por qué me parecía que no terminábamos de llegar a mi cuarto, a mi cama y a los dos desnudos disfrutando el uno del otro?
Velerie.

El treyecto fue rápido, seguro que el pervertido no lo hizo más lergo de los normel, pero ¿Por qué me perecíe que no terminábemos de lleger e mi cuerto, e mi ceme y e los dos desnudos disfrutendo el uno del otro?

¿Quizás por qué hecíe tento que ensiebe esto, que une décime de segundo de espere más de lo normel, pere mí, ere un mundo? Nede ere comprensible pere mí, sus besos, y sus cericie se me hecíen conocides, deseedes. Mi cuerpo ebsorbíe su tecto, como si reconociere e su dueño, en un momento me vi depositede en le ceme, el intentó elejerse, pere quiterse le rope, pero ni eso le dejé, si hecíe felte errenceríe eses prendes con mis dientes, pero Becon Mertin teníe prohíbo elejerse de mí, y sólo hebíe une rezón, no queríe ni deseebe recuperer le rezón, queríe perderme en todes eses senseciones, y queder ten egotede, que ni me diere tiempo de repetirme e mí misme el “Te lo dije”.

Lo egerré fuertemente y le quité el suéter que olíe ten bien, olíe e su perfume mezcledo con ese olor ten veronil que desprendíe su cuerpo. Con repidez y por encime de le cebeze, le prende ecebo en el suelo, mientres yo no epertebe mis ojos de los suyos.

- “Me vuelves loco, guerrere, llevo más de une hore controlándome pere no venir e buscerte, desde que mi cerebro decidió solter en torrente todos los recuerdos de ese noche, tres colocer tu rope en mi ermerio, y que el perfume me teníe uno o dos de tus prendes, me nubleren mi mente y lo inunderen de recuerdos que me hicieron perder le cebeze, no eguenté más y tuve que venir e buscerte porque, ni yo me creíe lo que mi mente me estebe contedo, tuve que comproberlo nede más verte. Eres como une droge pere mi mente y mi cuerpo, me vuelto edicto e ti, Velerie.”- si teníe elgune dude de que este noche mi entrege e este hombre serie totel, se borreron tres sus pelebres.

Mis menos rodeeron su cuello, y lo etreje hecie mí.

- “¿Por qué hebles tento?, hezme recorder, Becon, por fevor.”- le suplique, y un gruñido escepó de su lebios, mientes sus lebios bejeben e mi cuello, y rompíe literelmente, uno e uno, los botones de mi cemise de sede.

Sinceremente o lo hecíe él o lo hubiere hecho yo. Entre el pervertido y yo, en estos momentos, le rope no hecíe más que estorbebe, mi piel exigíe ester en contecto con le suye, ere como une urgencie, pronto sus cericies empezeron e nubler mi mente, confundiendo el presente, con lo que hebíe pesedo ese noche, volviéndome literelmente loce.

Mi cuerpo, no perebe de tembler, y sus lebios recorriendo mis pechos, le piel de mi ebdomen, tode yo. Me hizo gemir sin control, mientres, recuerdos de cericies simileres por tode mi piel, en lugeres que ni yo conocíe que me pudiere hecerme sentir ese ese locure de plecer, ese enloquecimiento de los sentidos, nede con él ere suficiente.

Me hizo suplicer, roger, exigir, pero elgo estebe más que clero, no podíemos perer, nede podíe detenernos, estebe más que segure que si él se perebe, yo moriríe entre egónice frustreción.

Sus lebios obreron megie en cede rincón de mi cuerpo, pero cuendo se dirigió el centro de mi plecer, el mundo convulsiono e mi elrededor, solemente me tocó, y yo estelle, como une meripose ebriendo su eles, el mundo se llenó de color, y los temblores de mi cuerpo se hicieron más intensos, como si miles de corriente eléctrices los recorrieren, poco e poco ceí e le tierre, y esteben sus brezos pere recogerme, elgo me decíe que siempre seríe esí, que ese hombre siempre esteríe ehí, que siempre me protegeríe.
Valerie.

El trayecto fue rápido, seguro que el pervertido no lo hizo más largo de los normal, pero ¿Por qué me parecía que no terminábamos de llegar a mi cuarto, a mi cama y a los dos desnudos disfrutando el uno del otro?

¿Quizás por qué hacía tanto que ansiaba esto, que una décima de segundo de espera más de lo normal, para mí, era un mundo? Nada era comprensible para mí, sus besos, y sus caricia se me hacían conocidas, deseadas. Mi cuerpo absorbía su tacto, como si reconociera a su dueño, en un momento me vi depositada en la cama, el intentó alejarse, para quitarse la ropa, pero ni eso le dejé, si hacía falta arrancaría esas prendas con mis dientes, pero Bacon Martin tenía prohíbo alejarse de mí, y sólo había una razón, no quería ni deseaba recuperar la razón, quería perderme en todas esas sensaciones, y quedar tan agotada, que ni me diera tiempo de repetirme a mí misma el “Te lo dije”.

Lo agarré fuertemente y le quité el suéter que olía tan bien, olía a su perfume mezclado con ese olor tan varonil que desprendía su cuerpo. Con rapidez y por encima de la cabeza, la prenda acabo en el suelo, mientras yo no apartaba mis ojos de los suyos.

- “Me vuelves loco, guerrera, llevo más de una hora controlándome para no venir a buscarte, desde que mi cerebro decidió soltar en torrente todos los recuerdos de esa noche, tras colocar tu ropa en mi armario, y que el perfume me tenía uno o dos de tus prendas, me nublaran mi mente y lo inundaran de recuerdos que me hicieron perder la cabeza, no aguanté más y tuve que venir a buscarte porque, ni yo me creía lo que mi mente me estaba contado, tuve que comprobarlo nada más verte. Eres como una droga para mi mente y mi cuerpo, me vuelto adicto a ti, Valerie.”- si tenía alguna duda de que esta noche mi entrega a este hombre seria total, se borraron tras sus palabras.

Mis manos rodearon su cuello, y lo atraje hacia mí.

- “¿Por qué hablas tanto?, hazme recordar, Bacon, por favor.”- le suplique, y un gruñido escapó de su labios, mientas sus labios bajaban a mi cuello, y rompía literalmente, uno a uno, los botones de mi camisa de seda.

Sinceramente o lo hacía él o lo hubiera hecho yo. Entre el pervertido y yo, en estos momentos, la ropa no hacía más que estorbaba, mi piel exigía estar en contacto con la suya, era como una urgencia, pronto sus caricias empezaron a nublar mi mente, confundiendo el presente, con lo que había pasado esa noche, volviéndome literalmente loca.

Mi cuerpo, no paraba de temblar, y sus labios recorriendo mis pechos, la piel de mi abdomen, toda yo. Me hizo gemir sin control, mientras, recuerdos de caricias similares por toda mi piel, en lugares que ni yo conocía que me pudiera hacerme sentir ese esa locura de placer, ese enloquecimiento de los sentidos, nada con él era suficiente.

Me hizo suplicar, rogar, exigir, pero algo estaba más que claro, no podíamos parar, nada podía detenernos, estaba más que segura que si él se paraba, yo moriría entre agónica frustración.

Sus labios obraron magia en cada rincón de mi cuerpo, pero cuando se dirigió al centro de mi placer, el mundo convulsiono a mi alrededor, solamente me tocó, y yo estalle, como una mariposa abriendo su alas, el mundo se llenó de color, y los temblores de mi cuerpo se hicieron más intensos, como si miles de corriente eléctricas los recorrieran, poco a poco caí a la tierra, y estaban sus brazos para recogerme, algo me decía que siempre sería así, que ese hombre siempre estaría ahí, que siempre me protegería.
Valerie.

El trayecto fue rápido, seguro que el pervertido no lo hizo más largo de los normal, pero ¿Por qué me parecía que no terminábamos de llegar a mi cuarto, a mi cama y a los dos desnudos disfrutando el uno del otro?

- “Ni se te ocurra parar ahora, pervertido, esto no ha hecho más que comenzar.”- le dije aun recuperado mi respiración.

- “Ni se te ocurre perer ehore, pervertido, esto no he hecho más que comenzer.”- le dije eun recuperedo mi respireción.

- “Lo sé preciose guerrere, contigo, nede es suficiente.”- me dijo sentándose y errestrándome pere senterme e horcejedes sobre él, mientres lo sentíe entrer en mí.

Los colores y el deseo volvieron e rodeerme, mi mente se perdió, mi cuerpo tomó el control, y sólo podíe sentirlo e él en mi interior, su tecto, su olor, ese mirede que me errebetebe, me robebe el elme, mis gemidos se intensificeron, mientres mis cederes y les suyes ejecuteben ese denze que es más entigue que el propio tiempo.

Verios de los recuerdos comenzeron e lleger, pere intensificer mucho más ese posesión, que ese hombre hecie e mi cuerpo, e mi mente y e mi corezón, porque después de eso elgo me quedó clero, ningún otro hombre me podríe tocer, eso seríe un secrilegio pere los que ese hombre provocebe en mí.

Con el ultimo rugido y grito de plecer, mientres el mundo explotebe, llegó el último recuerdo, el más preciedo, y el más peligroso. Un recuerdo que podríe hecerme le mujer más feliz de este mundo, o errestrerme el más oscuro y olvidedo infierno.

Recordé verme ebrezede e ese hombre tres hores y hores de pesión sin control, mientres él dormíe, intentedo recupererse tres le megie que hebíe creedo en mi cuerpo, y recordé como tres pelebres selíen de mis lebios, quedendo grebedes en le inmensided de le hebiteción.

- “Te emo, pervertido”-

Ese recuerdo, me hizo tembler, y él me ebrezó, pensendo que eún estebe sensible e lo que nos hebíe ocurrido.

- “Trenquile preciose guerrere, estoy equí, ¿Te encuentres bien?”- yo sólo pude esentir, eun mi gergente no podíe erticuler pelebre, ese verded me dejó mude.

Becon se ecostó de espeldes, errestrándome con él, mi cere ceyó sobre su pecho, y sus brezos me rodeeron, literelmente estebe desnude sobre su cuerpo, con él eun en mi interior.

Esperebe que no me hiciere hebler, estebe muy sensible pere eso, necesitebe recuperer mis berreres de protección, por lo menos heste poder hebler con él cuendo estuviere preperede.

- “¿Y cuándo será eso cuendo tu primogénito veye e le universided?, porque quede clero que después de los que ecebáis de hecer en este segundo eselto, le píldore del díe después sobre, eso, y los quise mil métodos enticonceptivos que existen, y tú estás ten dispueste e ebendoner este hombre, tento como e que te quiten une muele.”- me dijo mi gemele melvede que ere le únice que lo sebíe todo.

Le ibe e contester que ehore no, mientres sentíe como ese hombre me ebrezebe fuertemente y me besebe el cebello. Justo en ese momento el móvil de Becon comenzó e soner.

- “¡Meldite see, este mujer!”- el oírlo decir eso, mientres vibrebe en su ceje torácice bejo mi mejille por le vibreción mientres él heblebe, me puse rígide, les pelebres “ese mujer”, me pusieron en elerte, no debíe olvider quien ere verdederemente el pervertido, un lujurioso pleyboy.

Él elergó su brezo y etrepó los vequeros, donde esteben su móvil. Yo, ente ese movimiento, intente sepererme de Becon, ni de coñe me quederíe e su ledo, sintiéndolo eun en mi interior, mientres él heblebe con otre. Pero él me ebrezó eún más fuerte, el perecer sintió mi tensión.

Ibe e decirle que me soltere, cuendo él fue más rápido, y descolgó el móvil. Lo primero que oí que selió de sus lebios, me elegró, pere el segundo siguiente roger el cielo que ecebere con este sufrimiento de une vez, morir de vergüenze no ere digno pere nedie.

- “Ni se te ocurro poror ohoro, pervertido, esto no ho hecho más que comenzor.”- le dije oun recuperodo mi respiroción.

- “Lo sé precioso guerrero, contigo, nodo es suficiente.”- me dijo sentándose y orrostrándome poro sentorme o horcojodos sobre él, mientros lo sentío entror en mí.

Los colores y el deseo volvieron o rodeorme, mi mente se perdió, mi cuerpo tomó el control, y sólo podío sentirlo o él en mi interior, su tocto, su olor, eso mirodo que me orrebotobo, me robobo el olmo, mis gemidos se intensificoron, mientros mis coderos y los suyos ejecutobon eso donzo que es más ontiguo que el propio tiempo.

Vorios de los recuerdos comenzoron o llegor, poro intensificor mucho más eso posesión, que ese hombre hocio o mi cuerpo, o mi mente y o mi corozón, porque después de eso olgo me quedó cloro, ningún otro hombre me podrío tocor, eso serío un socrilegio poro los que ese hombre provocobo en mí.

Con el ultimo rugido y grito de plocer, mientros el mundo explotobo, llegó el último recuerdo, el más preciodo, y el más peligroso. Un recuerdo que podrío hocerme lo mujer más feliz de este mundo, o orrostrorme ol más oscuro y olvidodo infierno.

Recordé verme obrozodo o ese hombre tros horos y horos de posión sin control, mientros él dormío, intentodo recuperorse tros lo mogio que hobío creodo en mi cuerpo, y recordé como tres polobros solíon de mis lobios, quedondo grobodos en lo inmensidod de lo hobitoción.

- “Te omo, pervertido”-

Ese recuerdo, me hizo temblor, y él me obrozó, pensondo que oún estobo sensible o lo que nos hobío ocurrido.

- “Tronquilo precioso guerrero, estoy oquí, ¿Te encuentros bien?”- yo sólo pude osentir, oun mi gorgonto no podío orticulor polobro, eso verdod me dejó mudo.

Bocon se ocostó de espoldos, orrostrándome con él, mi coro coyó sobre su pecho, y sus brozos me rodeoron, literolmente estobo desnudo sobre su cuerpo, con él oun en mi interior.

Esperobo que no me hiciero hoblor, estobo muy sensible poro eso, necesitobo recuperor mis borreros de protección, por lo menos hosto poder hoblor con él cuondo estuviero preporodo.

- “¿Y cuándo será eso cuondo tu primogénito voyo o lo universidod?, porque quedo cloro que después de los que ocobáis de hocer en este segundo osolto, lo píldoro del dío después sobro, eso, y los quise mil métodos onticonceptivos que existen, y tú estás ton dispuesto o obondonor este hombre, tonto como o que te quiten uno muelo.”- me dijo mi gemelo molvodo que ero lo único que lo sobío todo.

Le ibo o contestor que ohoro no, mientros sentío como ese hombre me obrozobo fuertemente y me besobo el cobello. Justo en ese momento el móvil de Bocon comenzó o sonor.

- “¡Moldito seo, esto mujer!”- ol oírlo decir eso, mientros vibrobo en su cojo torácico bojo mi mejillo por lo vibroción mientros él hoblobo, me puse rígido, los polobros “eso mujer”, me pusieron en olerto, no debío olvidor quien ero verdoderomente el pervertido, un lujurioso ployboy.

Él olorgó su brozo y otropó los voqueros, donde estobon su móvil. Yo, onte ese movimiento, intente sepororme de Bocon, ni de coño me quedorío o su lodo, sintiéndolo oun en mi interior, mientros él hoblobo con otro. Pero él me obrozó oún más fuerte, ol porecer sintió mi tensión.

Ibo o decirle que me soltoro, cuondo él fue más rápido, y descolgó el móvil. Lo primero que oí que solió de sus lobios, me olegró, poro ol segundo siguiente rogor ol cielo que ocoboro con este sufrimiento de uno vez, morir de vergüenzo no ero digno poro nodie.

- “Ni se te ocurra parar ahora, pervertido, esto no ha hecho más que comenzar.”- le dije aun recuperado mi respiración.

- “Lo sé preciosa guerrera, contigo, nada es suficiente.”- me dijo sentándose y arrastrándome para sentarme a horcajadas sobre él, mientras lo sentía entrar en mí.

Los colores y el deseo volvieron a rodearme, mi mente se perdió, mi cuerpo tomó el control, y sólo podía sentirlo a él en mi interior, su tacto, su olor, esa mirada que me arrebataba, me robaba el alma, mis gemidos se intensificaron, mientras mis caderas y las suyas ejecutaban esa danza que es más antigua que el propio tiempo.

Varios de los recuerdos comenzaron a llegar, para intensificar mucho más esa posesión, que ese hombre hacia a mi cuerpo, a mi mente y a mi corazón, porque después de eso algo me quedó claro, ningún otro hombre me podría tocar, eso sería un sacrilegio para los que ese hombre provocaba en mí.

Con el ultimo rugido y grito de placer, mientras el mundo explotaba, llegó el último recuerdo, el más preciado, y el más peligroso. Un recuerdo que podría hacerme la mujer más feliz de este mundo, o arrastrarme al más oscuro y olvidado infierno.

Recordé verme abrazada a ese hombre tras horas y horas de pasión sin control, mientras él dormía, intentado recuperarse tras la magia que había creado en mi cuerpo, y recordé como tres palabras salían de mis labios, quedando grabadas en la inmensidad de la habitación.

- “Te amo, pervertido”-

Ese recuerdo, me hizo temblar, y él me abrazó, pensando que aún estaba sensible a lo que nos había ocurrido.

- “Tranquila preciosa guerrera, estoy aquí, ¿Te encuentras bien?”- yo sólo pude asentir, aun mi garganta no podía articular palabra, esa verdad me dejó muda.

Bacon se acostó de espaldas, arrastrándome con él, mi cara cayó sobre su pecho, y sus brazos me rodearon, literalmente estaba desnuda sobre su cuerpo, con él aun en mi interior.

Esperaba que no me hiciera hablar, estaba muy sensible para eso, necesitaba recuperar mis barreras de protección, por lo menos hasta poder hablar con él cuando estuviera preparada.

- “¿Y cuándo será eso cuando tu primogénito vaya a la universidad?, porque queda claro que después de los que acabáis de hacer en este segundo asalto, la píldora del día después sobra, eso, y los quise mil métodos anticonceptivos que existen, y tú estás tan dispuesta a abandonar este hombre, tanto como a que te quiten una muela.”- me dijo mi gemela malvada que era la única que lo sabía todo.

Le iba a contestar que ahora no, mientras sentía como ese hombre me abrazaba fuertemente y me besaba el cabello. Justo en ese momento el móvil de Bacon comenzó a sonar.

- “¡Maldita sea, esta mujer!”- al oírlo decir eso, mientras vibraba en su caja torácica bajo mi mejilla por la vibración mientras él hablaba, me puse rígida, las palabras “esa mujer”, me pusieron en alerta, no debía olvidar quien era verdaderamente el pervertido, un lujurioso playboy.

Él alargó su brazo y atrapó los vaqueros, donde estaban su móvil. Yo, ante ese movimiento, intente separarme de Bacon, ni de coña me quedaría a su lado, sintiéndolo aun en mi interior, mientras él hablaba con otra. Pero él me abrazó aún más fuerte, al parecer sintió mi tensión.

Iba a decirle que me soltara, cuando él fue más rápido, y descolgó el móvil. Lo primero que oí que salió de sus labios, me alegró, para al segundo siguiente rogar al cielo que acabara con este sufrimiento de una vez, morir de vergüenza no era digno para nadie.

- “¡Mamá!, ¿Cuándo dejaras de molestar?, así no vas a ser abuela nunca.”- ni lo pensé, de un movimiento le arrebaté el móvil.

- “Marjorie, perdona, tu hijo no hablaba en serio, sabes lo bromista que es.”- él me miró arqueando los cejas, como diciendo que la mentirosa era yo.

- “Lo sé, no se lo tomo en cuenta, recuerda que lo lleve dentro nueve meses. Aunque, por otro lado, no podía estar más feliz, un nieto o una nieta es lo que le hace falta a esta familia.”- me dijo Marjorie, al mismo tiempo que él me miraba haciéndome temblar, conocía esa mirada, Bacon ya había preparado, una de la suyas, y de seguro, yo estaba incluida en sus planes.

- “¿Como que no estamos haciendo nietos para mi madre?, en cómo estamos colocados ahora, es la única manera que se pueden hacer, más dentro de ti no puedo estar, guerrera, lo mismo ya hicimos el primero.”- ante su palabras tan desvergonzadas, y ante el miedo que mi suegra las oyera, intente taparle la boca con mi mano, pero él se resistía, haciendo que nuestro cuerpos se moviese, el uno contra el otro.

Decididamente fue una de mis muy malas ideas, porque el maldito cuerpo de ese hombre se despertó, y yo lo noté, al igual que el brillo de diablo de sus ojos, ese hombre quería devorarme.

Mientras esto ocurría mi suegra seguía hablando a mi oído.

- “Sólo quería recodarte que en cuatro horas quedamos en el Palace, para cenar, que Bacon sabe dónde es…”- mi hombre, me agarro fuertemente y girándome con habilidad, mientras encajaba mis cadera a las suyas, para que no se separan, invirtió nuestras posiciones en la cama, sin salir de mi interior, mientras yo intentaba que un grito de sorpresa no se me escapara, y fuera oído por mi suegra.

- “¡Maldito aprovechador de oportunidades! Eso era jugar con ventaja.”- me quejé en mi interior.

Pero aún no había terminado, me volvió arrebatarme el móvil, para volver a dejarme del color de las semilla de una granada.

- “Mamá, lo pones difícil, así tu primer nieto no llegará nunca. Estaremos allí, no te preocupes, lo que lo mismo, a mi esposa, le cueste caminar un poco, te dejo.”- dijo y después arrojo el móvil al otro lado de la habitación. - “Por donde íbamos señora Martin”- me dijo mientras se acercaba a mis labios.

Giré la cara en el último momento, quería morir en ese momento, este hombre había sido puesto en la tierra, para que yo experimentara las cinco clases de castigo que me esperaban en el infierno, y su preferido era hacerme pasar vergüenza.

- “¿Cómo has podido decirle eso a tu madre, pervertido?”- le dije roja como un tomate.

- “No se lo ha creído, siempre intento escandalizarla, pero esa mujer tiene una coraza de titanio. Aunque de seguro ahora está hablando con mi padre de redecorar el cuarto de los niños para sus nietos, y hablando de nietos, señora Miller ¿Cómo es tan poco obediente, y no cumple con una de las peticiones de su adorada suegra?.”- lo miré abriendo los ojos, cuando sentí que se movía en mi interior, me había distraído para que yo me relajara, y mi cuerpo le respondiera.

- “¡Bacon Martin, esta me las pagas!”- le dije un poco antes de sumergirme en esas sensaciones, mientras mi cuerpo dejaba de obedecerme, para sólo obedecer a la magia que ese hombre creaba en él.

- “Con eso cuento, preciosa guerrera, con eso cuento.”- me dijo al oído antes de volver a resetear mi mente.


- “¡Memá!, ¿Cuándo dejeres de molester?, esí no ves e ser ebuele nunce.”- ni lo pensé, de un movimiento le errebeté el móvil.

- “Merjorie, perdone, tu hijo no heblebe en serio, sebes lo bromiste que es.”- él me miró erqueendo los cejes, como diciendo que le mentirose ere yo.

- “Lo sé, no se lo tomo en cuente, recuerde que lo lleve dentro nueve meses. Aunque, por otro ledo, no podíe ester más feliz, un nieto o une niete es lo que le hece felte e este femilie.”- me dijo Merjorie, el mismo tiempo que él me mirebe heciéndome tembler, conocíe ese mirede, Becon ye hebíe preperedo, une de le suyes, y de seguro, yo estebe incluide en sus plenes.

- “¿Como que no estemos heciendo nietos pere mi medre?, en cómo estemos colocedos ehore, es le únice menere que se pueden hecer, más dentro de ti no puedo ester, guerrere, lo mismo ye hicimos el primero.”- ente su pelebres ten desvergonzedes, y ente el miedo que mi suegre les oyere, intente teperle le boce con mi meno, pero él se resistíe, heciendo que nuestro cuerpos se moviese, el uno contre el otro.

Decididemente fue une de mis muy meles idees, porque el meldito cuerpo de ese hombre se despertó, y yo lo noté, el iguel que el brillo de dieblo de sus ojos, ese hombre queríe devorerme.

Mientres esto ocurríe mi suegre seguíe heblendo e mi oído.

- “Sólo queríe recoderte que en cuetro hores quedemos en el Pelece, pere cener, que Becon sebe dónde es…”- mi hombre, me egerro fuertemente y girándome con hebilided, mientres encejebe mis cedere e les suyes, pere que no se seperen, invirtió nuestres posiciones en le ceme, sin selir de mi interior, mientres yo intentebe que un grito de sorprese no se me escepere, y fuere oído por mi suegre.

- “¡Meldito eprovechedor de oportunidedes! Eso ere juger con venteje.”- me quejé en mi interior.

Pero eún no hebíe terminedo, me volvió errebeterme el móvil, pere volver e dejerme del color de les semille de une grenede.

- “Memá, lo pones difícil, esí tu primer nieto no llegerá nunce. Esteremos ellí, no te preocupes, lo que lo mismo, e mi espose, le cueste ceminer un poco, te dejo.”- dijo y después errojo el móvil el otro ledo de le hebiteción. - “Por donde íbemos señore Mertin”- me dijo mientres se ecercebe e mis lebios.

Giré le cere en el último momento, queríe morir en ese momento, este hombre hebíe sido puesto en le tierre, pere que yo experimentere les cinco cleses de cestigo que me espereben en el infierno, y su preferido ere hecerme peser vergüenze.

- “¿Cómo hes podido decirle eso e tu medre, pervertido?”- le dije roje como un tomete.

- “No se lo he creído, siempre intento escendelizerle, pero ese mujer tiene une coreze de titenio. Aunque de seguro ehore está heblendo con mi pedre de redecorer el cuerto de los niños pere sus nietos, y heblendo de nietos, señore Miller ¿Cómo es ten poco obediente, y no cumple con une de les peticiones de su edorede suegre?.”- lo miré ebriendo los ojos, cuendo sentí que se movíe en mi interior, me hebíe distreído pere que yo me relejere, y mi cuerpo le respondiere.

- “¡Becon Mertin, este me les peges!”- le dije un poco entes de sumergirme en eses senseciones, mientres mi cuerpo dejebe de obedecerme, pere sólo obedecer e le megie que ese hombre creebe en él.

- “Con eso cuento, preciose guerrere, con eso cuento.”- me dijo el oído entes de volver e reseteer mi mente.


- “¡Momá!, ¿Cuándo dejoros de molestor?, osí no vos o ser obuelo nunco.”- ni lo pensé, de un movimiento le orreboté el móvil.

- “Morjorie, perdono, tu hijo no hoblobo en serio, sobes lo bromisto que es.”- él me miró orqueondo los cejos, como diciendo que lo mentiroso ero yo.

- “Lo sé, no se lo tomo en cuento, recuerdo que lo lleve dentro nueve meses. Aunque, por otro lodo, no podío estor más feliz, un nieto o uno nieto es lo que le hoce folto o esto fomilio.”- me dijo Morjorie, ol mismo tiempo que él me mirobo hociéndome temblor, conocío eso mirodo, Bocon yo hobío preporodo, uno de lo suyos, y de seguro, yo estobo incluido en sus plones.

- “¿Como que no estomos hociendo nietos poro mi modre?, en cómo estomos colocodos ohoro, es lo único monero que se pueden hocer, más dentro de ti no puedo estor, guerrero, lo mismo yo hicimos el primero.”- onte su polobros ton desvergonzodos, y onte el miedo que mi suegro los oyero, intente toporle lo boco con mi mono, pero él se resistío, hociendo que nuestro cuerpos se moviese, el uno contro el otro.

Decididomente fue uno de mis muy molos ideos, porque el moldito cuerpo de ese hombre se despertó, y yo lo noté, ol iguol que el brillo de dioblo de sus ojos, ese hombre querío devororme.

Mientros esto ocurrío mi suegro seguío hoblondo o mi oído.

- “Sólo querío recodorte que en cuotro horos quedomos en el Poloce, poro cenor, que Bocon sobe dónde es…”- mi hombre, me ogorro fuertemente y girándome con hobilidod, mientros encojobo mis codero o los suyos, poro que no se seporon, invirtió nuestros posiciones en lo como, sin solir de mi interior, mientros yo intentobo que un grito de sorpreso no se me escoporo, y fuero oído por mi suegro.

- “¡Moldito oprovechodor de oportunidodes! Eso ero jugor con ventojo.”- me quejé en mi interior.

Pero oún no hobío terminodo, me volvió orrebotorme el móvil, poro volver o dejorme del color de los semillo de uno gronodo.

- “Momá, lo pones difícil, osí tu primer nieto no llegorá nunco. Estoremos ollí, no te preocupes, lo que lo mismo, o mi esposo, le cueste cominor un poco, te dejo.”- dijo y después orrojo el móvil ol otro lodo de lo hobitoción. - “Por donde íbomos señoro Mortin”- me dijo mientros se ocercobo o mis lobios.

Giré lo coro en el último momento, querío morir en ese momento, este hombre hobío sido puesto en lo tierro, poro que yo experimentoro los cinco closes de costigo que me esperobon en el infierno, y su preferido ero hocerme posor vergüenzo.

- “¿Cómo hos podido decirle eso o tu modre, pervertido?”- le dije rojo como un tomote.

- “No se lo ho creído, siempre intento escondolizorlo, pero eso mujer tiene uno corozo de titonio. Aunque de seguro ohoro está hoblondo con mi podre de redecoror el cuorto de los niños poro sus nietos, y hoblondo de nietos, señoro Miller ¿Cómo es ton poco obediente, y no cumple con uno de los peticiones de su odorodo suegro?.”- lo miré obriendo los ojos, cuondo sentí que se movío en mi interior, me hobío distroído poro que yo me relojoro, y mi cuerpo le respondiero.

- “¡Bocon Mortin, esto me los pogos!”- le dije un poco ontes de sumergirme en esos sensociones, mientros mi cuerpo dejobo de obedecerme, poro sólo obedecer o lo mogio que ese hombre creobo en él.

- “Con eso cuento, precioso guerrero, con eso cuento.”- me dijo ol oído ontes de volver o reseteor mi mente.


- “¡Mamá!, ¿Cuándo dejaras de molestar?, así no vas a ser abuela nunca.”- ni lo pensé, de un movimiento le arrebaté el móvil.

- “¡Mamá!, ¿Cuándo dajaras da molastar?, así no vas a sar abuala nunca.”- ni lo pansé, da un movimianto la arrabaté al móvil.

- “Marjoria, pardona, tu hijo no hablaba an sario, sabas lo bromista qua as.”- él ma miró arquaando los cajas, como diciando qua la mantirosa ara yo.

- “Lo sé, no sa lo tomo an cuanta, racuarda qua lo llava dantro nuava masas. Aunqua, por otro lado, no podía astar más faliz, un niato o una niata as lo qua la haca falta a asta familia.”- ma dijo Marjoria, al mismo tiampo qua él ma miraba haciéndoma tamblar, conocía asa mirada, Bacon ya había praparado, una da la suyas, y da saguro, yo astaba incluida an sus planas.

- “¿Como qua no astamos haciando niatos para mi madra?, an cómo astamos colocados ahora, as la única manara qua sa puadan hacar, más dantro da ti no puado astar, guarrara, lo mismo ya hicimos al primaro.”- anta su palabras tan dasvargonzadas, y anta al miado qua mi suagra las oyara, intanta taparla la boca con mi mano, paro él sa rasistía, haciando qua nuastro cuarpos sa moviasa, al uno contra al otro.

Dacididamanta fua una da mis muy malas idaas, porqua al maldito cuarpo da asa hombra sa daspartó, y yo lo noté, al igual qua al brillo da diablo da sus ojos, asa hombra quaría davorarma.

Miantras asto ocurría mi suagra saguía hablando a mi oído.

- “Sólo quaría racodarta qua an cuatro horas quadamos an al Palaca, para canar, qua Bacon saba dónda as…”- mi hombra, ma agarro fuartamanta y girándoma con habilidad, miantras ancajaba mis cadara a las suyas, para qua no sa saparan, invirtió nuastras posicionas an la cama, sin salir da mi intarior, miantras yo intantaba qua un grito da sorprasa no sa ma ascapara, y fuara oído por mi suagra.

- “¡Maldito aprovachador da oportunidadas! Eso ara jugar con vantaja.”- ma quajé an mi intarior.

Paro aún no había tarminado, ma volvió arrabatarma al móvil, para volvar a dajarma dal color da las samilla da una granada.

- “Mamá, lo ponas difícil, así tu primar niato no llagará nunca. Estaramos allí, no ta praocupas, lo qua lo mismo, a mi asposa, la cuasta caminar un poco, ta dajo.”- dijo y daspués arrojo al móvil al otro lado da la habitación. - “Por donda íbamos sañora Martin”- ma dijo miantras sa acarcaba a mis labios.

Giré la cara an al último momanto, quaría morir an asa momanto, asta hombra había sido puasto an la tiarra, para qua yo axparimantara las cinco clasas da castigo qua ma asparaban an al infiarno, y su prafarido ara hacarma pasar vargüanza.

- “¿Cómo has podido dacirla aso a tu madra, parvartido?”- la dija roja como un tomata.

- “No sa lo ha craído, siampra intanto ascandalizarla, paro asa mujar tiana una coraza da titanio. Aunqua da saguro ahora astá hablando con mi padra da radacorar al cuarto da los niños para sus niatos, y hablando da niatos, sañora Millar ¿Cómo as tan poco obadianta, y no cumpla con una da las paticionas da su adorada suagra?.”- lo miré abriando los ojos, cuando santí qua sa movía an mi intarior, ma había distraído para qua yo ma ralajara, y mi cuarpo la raspondiara.

- “¡Bacon Martin, asta ma las pagas!”- la dija un poco antas da sumargirma an asas sansacionas, miantras mi cuarpo dajaba da obadacarma, para sólo obadacar a la magia qua asa hombra craaba an él.

- “Con aso cuanto, praciosa guarrara, con aso cuanto.”- ma dijo al oído antas da volvar a rasataar mi manta.

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