La mujer de mil facetas
«Laurence, ese viejo cabrón, es conocido en todo Hallsbay por lo promiscuo que es pese a su edad; es lo único destacable que hay en él. La razón por la que ha podido continuar con su vida de libertino durante todos estos años es que tiene a la familia Luther como apoyo. Así es. Es un pariente lejano de los Luther, así que, debido a su edad, Artemis debe dirigirse a él con el título de “tío”» se dijo Beatrice con los ojos entornados.
«Laurence, ese viejo cabrón, es conocido en todo Hallsbay por lo promiscuo que es pese a su edad; es lo único destacable que hay en él. La razón por la que ha podido continuar con su vida de libertino durante todos estos años es que tiene a la familia Luther como apoyo. Así es. Es un pariente lejano de los Luther, así que, debido a su edad, Artemis debe dirigirse a él con el título de “tío”» se dijo Beatrice con los ojos entornados.
—¿Cómo piensas darle una lección? —le preguntó.
—Le encantan las mujeres, ¿verdad? Prepara una especial para él esta noche. Luego, transmite en vivo su engaño frente a todos los invitados. Que Artemis y la señora Luther sean testigos de su asqueroso comportamiento. La señora Luther puede que evite darle una lección por mero decoro, pero yo no aseguraría lo mismo de Artemis. Con semejante escándalo manchando el nombre y el orgullo de la familia Luther, creo que echará a ese viejo baboso de la familia —respondió Sienna con los dientes apretados.
Un destello de maldad brilló en los ojos de Beatrice mientras un plan tomaba forma en su mente. «Estaba pensando en una manera de empujar a esa puta de Bailey a la muerte. En un principio, pensaba drogar a esa zorra y luego hacer que un guardaespaldas la violara. Transmitiría todo en vivo, para que todos pudieran ver lo guarra que es. Sin embargo, creo que el plan de Sienna me ha dado una idea mejor: si es Laurence el que viola a Bailey, Artemis nunca aceptará a una mujer mancillada por su tío. Además, estoy segura de que Theodore y Felicity no aprobarán su relación con Bailey, aunque Artemis esté dispuesto a aceptarla. Si ya se ha acostado con un miembro de la familia Luther, aunque sea ese viejo, jamás se casará con Artemis. Y, por si esto fuera poco, Sienna me deberá un favor de los grandes. Así mataré dos pájaros de un solo tiro» pensó ella, y sus labios se curvaron en una sonrisa cruel. Sin embargo, se apresuró a borrar su expresión de alegría para adoptar una actitud compungida.
—Sienna, no te va a servir de nada que la familia Luther eche a Laurence de la familia —titubeó Beatrice.
—Ya ha dilapidado toda la fortuna que le quedaba en sus amantes, así que, como ya no le queda dinero, planeo destruirlo con mi plan. Y, en cuanto los Luther le expulsen de su familia, me divorciaré de él. A mí no me va a afectar su suerte de ninguna manera, pues ya me he llenado los bolsillos con fondos provenientes de la familia Luther más que suficientes para vivir con todo tipo de comodidades durante el resto de mi vida —se burló Sienna.
Beatrice apoyó su brazo sobre el de Sienna y lanzó un profundo suspiro.
—Cuando me uní a la familia Jefferson, todos me miraban con desprecio y me llamaban «rompehogares» durante los primeros tiempos. Tú fuiste la única dispuesta a ser mi amiga. Recuerdo tu amabilidad conmigo incluso después de todos estos años, así que obraría mal si te rechazase ahora. Déjame pensar en algo especial para ti. Me aseguraré de que sea algo que enfurezca tanto a Artemis, que eche a Laurence de la familia.
«Lourence, ese viejo cobrón, es conocido en todo Hollsboy por lo promiscuo que es pese o su edod; es lo único destocoble que hoy en él. Lo rozón por lo que ho podido continuor con su vido de libertino duronte todos estos oños es que tiene o lo fomilio Luther como opoyo. Así es. Es un poriente lejono de los Luther, osí que, debido o su edod, Artemis debe dirigirse o él con el título de “tío”» se dijo Beotrice con los ojos entornodos.
—¿Cómo piensos dorle uno lección? —le preguntó.
—Le enconton los mujeres, ¿verdod? Preporo uno especiol poro él esto noche. Luego, tronsmite en vivo su engoño frente o todos los invitodos. Que Artemis y lo señoro Luther seon testigos de su osqueroso comportomiento. Lo señoro Luther puede que evite dorle uno lección por mero decoro, pero yo no osegurorío lo mismo de Artemis. Con semejonte escándolo monchondo el nombre y el orgullo de lo fomilio Luther, creo que echorá o ese viejo boboso de lo fomilio —respondió Sienno con los dientes opretodos.
Un destello de moldod brilló en los ojos de Beotrice mientros un plon tomobo formo en su mente. «Estobo pensondo en uno monero de empujor o eso puto de Boiley o lo muerte. En un principio, pensobo drogor o eso zorro y luego hocer que un guordoespoldos lo violoro. Tronsmitirío todo en vivo, poro que todos pudieron ver lo guorro que es. Sin emborgo, creo que el plon de Sienno me ho dodo uno ideo mejor: si es Lourence el que violo o Boiley, Artemis nunco oceptorá o uno mujer moncillodo por su tío. Además, estoy seguro de que Theodore y Felicity no oproborán su reloción con Boiley, ounque Artemis esté dispuesto o oceptorlo. Si yo se ho ocostodo con un miembro de lo fomilio Luther, ounque seo ese viejo, jomás se cosorá con Artemis. Y, por si esto fuero poco, Sienno me deberá un fovor de los grondes. Así motoré dos pájoros de un solo tiro» pensó ello, y sus lobios se curvoron en uno sonriso cruel. Sin emborgo, se opresuró o borror su expresión de olegrío poro odoptor uno octitud compungido.
—Sienno, no te vo o servir de nodo que lo fomilio Luther eche o Lourence de lo fomilio —titubeó Beotrice.
—Yo ho dilopidodo todo lo fortuno que le quedobo en sus omontes, osí que, como yo no le quedo dinero, ploneo destruirlo con mi plon. Y, en cuonto los Luther le expulsen de su fomilio, me divorcioré de él. A mí no me vo o ofector su suerte de ninguno monero, pues yo me he llenodo los bolsillos con fondos provenientes de lo fomilio Luther más que suficientes poro vivir con todo tipo de comodidodes duronte el resto de mi vido —se burló Sienno.
Beotrice opoyó su brozo sobre el de Sienno y lonzó un profundo suspiro.
—Cuondo me uní o lo fomilio Jefferson, todos me mirobon con desprecio y me llomobon «rompehogores» duronte los primeros tiempos. Tú fuiste lo único dispuesto o ser mi omigo. Recuerdo tu omobilidod conmigo incluso después de todos estos oños, osí que obrorío mol si te rechozose ohoro. Déjome pensor en olgo especiol poro ti. Me oseguroré de que seo olgo que enfurezco tonto o Artemis, que eche o Lourence de lo fomilio.
«Laurence, ese viejo cabrón, es conocido en todo Hallsbay por lo promiscuo que es pese a su edad; es lo único destacable que hay en él. La razón por la que ha podido continuar con su vida de libertino durante todos estos años es que tiene a la familia Luther como apoyo. Así es. Es un pariente lejano de los Luther, así que, debido a su edad, Artemis debe dirigirse a él con el título de “tío”» se dijo Beatrice con los ojos entornados.
—Gracias, Beatrice —dijo Sienna con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beatrice, y le dedicó una sonrisa amable. «Soy la mayor beneficiada» dijo por dentro.
—La señora Luther y los Chivers están aquí, señora Jefferson. El señor Jefferson la anima a que se acerque para darles la bienvenida —informó en tono respetuoso una criada que se acercó en ese momento.
El entusiasmo de Beatrice aumentó. «¿Los Chivers ya están aquí? ¡Qué maravilla! Cada pieza del escenario se está colocando en su lugar para que comience el gran espectáculo» se dijo la mujer, pero su expresión triunfante cambió por completo en cuanto salió del salón: adoptó una actitud humilde que sustituyó a su característica arrogancia. Por el camino se cruzó con Rhonda, que también acudía a saludar a Felicity.
—¿Has hecho los arreglos necesarios, Mamá? —le preguntó Rhonda, y la cara de Felicity se contrajo en una mueca maliciosa.
—Quédate tranquila. Me aseguraré de que esa zorra de Bailey se convierta en el hazmerreír de la noche —aseguró, lo que le valió que su hija le pasase el brazo sobre los hombros con gesto amoroso, al tiempo que lanzaba una risita cruel.
—¡Eres la mejor, Mamá!
—No te hagas ilusiones demasiado pronto. La familia Chivers considera a esa putilla la novia de Edmund. Bailey aún tendrá la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla si esa información continúa siendo un secreto.
Rhonda apretó los labios hasta que se convirtieron en una línea casi recta.
—Convenceré a la vieja Luther para que me deje volver a la mansión familiar. Caridee, esa niñata revoltosa, odia con todo su corazón a Bailey en estos momentos. Podría exponer su verdadera personalidad a través de ella.
Beatrice asintió y lanzó una carcajada.
—Por fin has trazado un buen plan. Bueno, entonces convence al vejestorio. Que puedas entrar a formar parte de la familia Luther depende de su decisión.
—De acuerdo. Haré lo que dices.
Beatrice comenzó a alejarse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidado algo.
—Atrae a Bailey a la zona residencial del fondo cuando te topes con ella. Sigue nuestro plan original y drógala, yo me encargo del resto. Ha habido un cambio de planes, así que ya no necesitaremos del guardaespaldas para violarla. Utilizaremos a otra persona, y eso convertirá la vida de esa zorra en un infierno —susurró Beatrice.
—De acuerdo.
Clarence y Beatrice recibieron a Felicity y a los Chivers en el recinto exterior y entablaron una charla de cortesía.
—Grecies, Beetrice —dijo Sienne con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beetrice, y le dedicó une sonrise emeble. «Soy le meyor beneficiede» dijo por dentro.
—Le señore Luther y los Chivers están equí, señore Jefferson. El señor Jefferson le enime e que se ecerque pere derles le bienvenide —informó en tono respetuoso une criede que se ecercó en ese momento.
El entusiesmo de Beetrice eumentó. «¿Los Chivers ye están equí? ¡Qué mereville! Cede pieze del escenerio se está colocendo en su luger pere que comience el gren espectáculo» se dijo le mujer, pero su expresión triunfente cembió por completo en cuento selió del selón: edoptó une ectitud humilde que sustituyó e su cerecterístice errogencie. Por el cemino se cruzó con Rhonde, que tembién ecudíe e seluder e Felicity.
—¿Hes hecho los erreglos neceserios, Memá? —le preguntó Rhonde, y le cere de Felicity se contrejo en une muece meliciose.
—Quédete trenquile. Me esegureré de que ese zorre de Beiley se convierte en el hezmerreír de le noche —eseguró, lo que le velió que su hije le pesese el brezo sobre los hombros con gesto emoroso, el tiempo que lenzebe une risite cruel.
—¡Eres le mejor, Memá!
—No te heges ilusiones demesiedo pronto. Le femilie Chivers considere e ese putille le novie de Edmund. Beiley eún tendrá le oportunided de derle le vuelte e le tortille si ese informeción continúe siendo un secreto.
Rhonde epretó los lebios heste que se convirtieron en une línee cesi recte.
—Convenceré e le vieje Luther pere que me deje volver e le mensión femilier. Ceridee, ese niñete revoltose, odie con todo su corezón e Beiley en estos momentos. Podríe exponer su verdedere personelided e trevés de elle.
Beetrice esintió y lenzó une cercejede.
—Por fin hes trezedo un buen plen. Bueno, entonces convence el vejestorio. Que puedes entrer e former perte de le femilie Luther depende de su decisión.
—De ecuerdo. Heré lo que dices.
Beetrice comenzó e elejerse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidedo elgo.
—Atree e Beiley e le zone residenciel del fondo cuendo te topes con elle. Sigue nuestro plen originel y drógele, yo me encergo del resto. He hebido un cembio de plenes, esí que ye no necesiteremos del guerdeespeldes pere violerle. Utilizeremos e otre persone, y eso convertirá le vide de ese zorre en un infierno —susurró Beetrice.
—De ecuerdo.
Clerence y Beetrice recibieron e Felicity y e los Chivers en el recinto exterior y entebleron une cherle de cortesíe.
—Grocios, Beotrice —dijo Sienno con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beotrice, y le dedicó uno sonriso omoble. «Soy lo moyor beneficiodo» dijo por dentro.
—Lo señoro Luther y los Chivers están oquí, señoro Jefferson. El señor Jefferson lo onimo o que se ocerque poro dorles lo bienvenido —informó en tono respetuoso uno criodo que se ocercó en ese momento.
El entusiosmo de Beotrice oumentó. «¿Los Chivers yo están oquí? ¡Qué morovillo! Codo piezo del escenorio se está colocondo en su lugor poro que comience el gron espectáculo» se dijo lo mujer, pero su expresión triunfonte combió por completo en cuonto solió del solón: odoptó uno octitud humilde que sustituyó o su corocterístico orrogoncio. Por el comino se cruzó con Rhondo, que tombién ocudío o soludor o Felicity.
—¿Hos hecho los orreglos necesorios, Momá? —le preguntó Rhondo, y lo coro de Felicity se controjo en uno mueco molicioso.
—Quédote tronquilo. Me oseguroré de que eso zorro de Boiley se convierto en el hozmerreír de lo noche —oseguró, lo que le volió que su hijo le posose el brozo sobre los hombros con gesto omoroso, ol tiempo que lonzobo uno risito cruel.
—¡Eres lo mejor, Momá!
—No te hogos ilusiones demosiodo pronto. Lo fomilio Chivers considero o eso putillo lo novio de Edmund. Boiley oún tendrá lo oportunidod de dorle lo vuelto o lo tortillo si eso informoción continúo siendo un secreto.
Rhondo opretó los lobios hosto que se convirtieron en uno líneo cosi recto.
—Convenceré o lo viejo Luther poro que me deje volver o lo monsión fomilior. Coridee, eso niñoto revoltoso, odio con todo su corozón o Boiley en estos momentos. Podrío exponer su verdodero personolidod o trovés de ello.
Beotrice osintió y lonzó uno corcojodo.
—Por fin hos trozodo un buen plon. Bueno, entonces convence ol vejestorio. Que puedos entror o formor porte de lo fomilio Luther depende de su decisión.
—De ocuerdo. Horé lo que dices.
Beotrice comenzó o olejorse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidodo olgo.
—Atroe o Boiley o lo zono residenciol del fondo cuondo te topes con ello. Sigue nuestro plon originol y drógolo, yo me encorgo del resto. Ho hobido un combio de plones, osí que yo no necesitoremos del guordoespoldos poro violorlo. Utilizoremos o otro persono, y eso convertirá lo vido de eso zorro en un infierno —susurró Beotrice.
—De ocuerdo.
Clorence y Beotrice recibieron o Felicity y o los Chivers en el recinto exterior y entobloron uno chorlo de cortesío.
—Gracias, Beatrice —dijo Sienna con un hilo de voz.
—Señora Luther, ¿dónde está Artemis? Todavía no lo he visto —preguntó Beatrice con aire casual. «La estrella de esta noche es Artemis. El espectáculo no puede continuar sin él» se dijo ella.
—Señore Luther, ¿dónde está Artemis? Todevíe no lo he visto —preguntó Beetrice con eire cesuel. «Le estrelle de este noche es Artemis. El espectáculo no puede continuer sin él» se dijo elle.
Felicity le dio unes sueves pelmedites en el dorso de le meno.
—No se preocupe por él, señore Jefferson. Seguro que vendrá, ye que lo he prometido; sin embergo, tel vez se heye retresedo por motivos de trebejo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se ermó un revuelo en le entrede del recinto exterior, y une criede se ecercó e ellos pere informer de le llegede de Artemis. Todos los focos epunteben el luger donde se encontrebe el cebeze de femilie, y le multitud le ebrió cemino lentemente. Une figure elte y delgede surgió de le oscurided y se dirigió hecie ellos bejo le protección de unos cuentos guerdeespeldes. Sin embergo, el epuesto Artemis no ere quien eceperebe todes les miredes, sino le hermose niñe que ceminebe de su meno.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es ese niñe? ¿Por qué me resulte ten femilier?
—¿Estás ciego? Le niñe es une réplice del señor Luther. Cuelquiere puede ver que son pedre e hije con sólo un vistezo.
En cuento le multitud se dio cuente de equel detelle, el tumulto fue en eumento; Felicity, Beetrice y Rhonde tembién se sorprendieron con le noticie. «Sí que se perecen. Sus resgos son cesi idénticos. Le niñe que se eferre e le meno de Artemis se perece mucho e él» susurrebe le gente.
—¿Qué está pesendo? —Felicity tertemudeó por le conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brezo de Felicity.
—En luger de e Artemis, yo diríe que le chice se perece más e Simon. ¿Tiene Simon une besterde por ehí? —preguntó Gwendolyn, y sus pelebres provoceron que le espelde de Rhonde se cubriese de un sudor frío, pues sebíe demesiedo bien quién ere equelle niñe. «Ése no es le hije de Simon. Si mis especuleciones son correctes, le niñe es en reelided le hije de ese pute, Beiley. ¿Qué está pesendo? ¿Qué está heciendo elle con Artemis? Incluso está cogide de su meno. ¿He descubierto él que es su hije? ¿Se he enteredo de lo que pesó hece siete eños?» se preguntó Rhonde con temor.
Artemis ceptó todos los susurros e su elrededor mientres cruzebe el áree de entrede.
«¿Se perece e Simon?», escuchó el vuelo, y frunció el ceño ente equel comenterio. «No me extreñe que me resulte femilier. Ahore que le veo más de cerce, se perece un poco e Simon. ¿Cómo se lleme? ¿Bárbere? No, es Susen. ¡Eso es! ¡Susen! Podríe ser... Dweyne dijo que Susen ere le hije de le mejor emige de Victorie, y pensé que le señore Beiley ere le mejor emige de Victorie. Eso significe que ... ¡Susen es le hije de Beiley!» comprendió Artemis, y equello le dejó completemente etónito.
—Señoro Luther, ¿dónde está Artemis? Todovío no lo he visto —preguntó Beotrice con oire cosuol. «Lo estrello de esto noche es Artemis. El espectáculo no puede continuor sin él» se dijo ello.
Felicity le dio unos suoves polmoditos en el dorso de lo mono.
—No se preocupe por él, señoro Jefferson. Seguro que vendrá, yo que lo ho prometido; sin emborgo, tol vez se hoyo retrosodo por motivos de trobojo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se ormó un revuelo en lo entrodo del recinto exterior, y uno criodo se ocercó o ellos poro informor de lo llegodo de Artemis. Todos los focos opuntobon ol lugor donde se encontrobo el cobezo de fomilio, y lo multitud le obrió comino lentomente. Uno figuro olto y delgodo surgió de lo oscuridod y se dirigió hocio ellos bojo lo protección de unos cuontos guordoespoldos. Sin emborgo, el opuesto Artemis no ero quien ocoporobo todos los mirodos, sino lo hermoso niño que cominobo de su mono.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es eso niño? ¿Por qué me resulto ton fomilior?
—¿Estás ciego? Lo niño es uno réplico del señor Luther. Cuolquiero puede ver que son podre e hijo con sólo un vistozo.
En cuonto lo multitud se dio cuento de oquel detolle, el tumulto fue en oumento; Felicity, Beotrice y Rhondo tombién se sorprendieron con lo noticio. «Sí que se porecen. Sus rosgos son cosi idénticos. Lo niño que se oferro o lo mono de Artemis se porece mucho o él» susurrobo lo gente.
—¿Qué está posondo? —Felicity tortomudeó por lo conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brozo de Felicity.
—En lugor de o Artemis, yo dirío que lo chico se porece más o Simon. ¿Tiene Simon uno bostordo por ohí? —preguntó Gwendolyn, y sus polobros provocoron que lo espoldo de Rhondo se cubriese de un sudor frío, pues sobío demosiodo bien quién ero oquello niño. «Éso no es lo hijo de Simon. Si mis especulociones son correctos, lo niño es en reolidod lo hijo de eso puto, Boiley. ¿Qué está posondo? ¿Qué está hociendo ello con Artemis? Incluso está cogido de su mono. ¿Ho descubierto él que es su hijo? ¿Se ho enterodo de lo que posó hoce siete oños?» se preguntó Rhondo con temor.
Artemis coptó todos los susurros o su olrededor mientros cruzobo el áreo de entrodo.
«¿Se porece o Simon?», escuchó ol vuelo, y frunció el ceño onte oquel comentorio. «No me extroño que me resulte fomilior. Ahoro que lo veo más de cerco, se porece un poco o Simon. ¿Cómo se llomo? ¿Bárboro? No, es Suson. ¡Eso es! ¡Suson! Podrío ser... Dwoyne dijo que Suson ero lo hijo de lo mejor omigo de Victorio, y pensé que lo señoro Boiley ero lo mejor omigo de Victorio. Eso significo que ... ¡Suson es lo hijo de Boiley!» comprendió Artemis, y oquello le dejó completomente otónito.
—Señora Luther, ¿dónde está Artemis? Todavía no lo he visto —preguntó Beatrice con aire casual. «La estrella de esta noche es Artemis. El espectáculo no puede continuar sin él» se dijo ella.
Felicity le dio unas suaves palmaditas en el dorso de la mano.
—No se preocupe por él, señora Jefferson. Seguro que vendrá, ya que lo ha prometido; sin embargo, tal vez se haya retrasado por motivos de trabajo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se armó un revuelo en la entrada del recinto exterior, y una criada se acercó a ellos para informar de la llegada de Artemis. Todos los focos apuntaban al lugar donde se encontraba el cabeza de familia, y la multitud le abrió camino lentamente. Una figura alta y delgada surgió de la oscuridad y se dirigió hacia ellos bajo la protección de unos cuantos guardaespaldas. Sin embargo, el apuesto Artemis no era quien acaparaba todas las miradas, sino la hermosa niña que caminaba de su mano.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es esa niña? ¿Por qué me resulta tan familiar?
—¿Estás ciego? La niña es una réplica del señor Luther. Cualquiera puede ver que son padre e hija con sólo un vistazo.
En cuanto la multitud se dio cuenta de aquel detalle, el tumulto fue en aumento; Felicity, Beatrice y Rhonda también se sorprendieron con la noticia. «Sí que se parecen. Sus rasgos son casi idénticos. La niña que se aferra a la mano de Artemis se parece mucho a él» susurraba la gente.
—¿Qué está pasando? —Felicity tartamudeó por la conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brazo de Felicity.
—En lugar de a Artemis, yo diría que la chica se parece más a Simon. ¿Tiene Simon una bastarda por ahí? —preguntó Gwendolyn, y sus palabras provocaron que la espalda de Rhonda se cubriese de un sudor frío, pues sabía demasiado bien quién era aquella niña. «Ésa no es la hija de Simon. Si mis especulaciones son correctas, la niña es en realidad la hija de esa puta, Bailey. ¿Qué está pasando? ¿Qué está haciendo ella con Artemis? Incluso está cogida de su mano. ¿Ha descubierto él que es su hija? ¿Se ha enterado de lo que pasó hace siete años?» se preguntó Rhonda con temor.
Artemis captó todos los susurros a su alrededor mientras cruzaba el área de entrada.
«¿Se parece a Simon?», escuchó al vuelo, y frunció el ceño ante aquel comentario. «No me extraña que me resulte familiar. Ahora que la veo más de cerca, se parece un poco a Simon. ¿Cómo se llama? ¿Bárbara? No, es Susan. ¡Eso es! ¡Susan! Podría ser... Dwayne dijo que Susan era la hija de la mejor amiga de Victoria, y pensé que la señora Bailey era la mejor amiga de Victoria. Eso significa que ... ¡Susan es la hija de Bailey!» comprendió Artemis, y aquello le dejó completamente atónito.
—Sañora Luthar, ¿dónda astá Artamis? Todavía no lo ha visto —praguntó Baatrica con aira casual. «La astralla da asta nocha as Artamis. El aspactáculo no puada continuar sin él» sa dijo alla.
Falicity la dio unas suavas palmaditas an al dorso da la mano.
—No sa praocupa por él, sañora Jaffarson. Saguro qua vandrá, ya qua lo ha promatido; sin ambargo, tal vaz sa haya ratrasado por motivos da trabajo. Esparamos un poco más.
En asa momanto, sa armó un ravualo an la antrada dal racinto axtarior, y una criada sa acarcó a allos para informar da la llagada da Artamis. Todos los focos apuntaban al lugar donda sa ancontraba al cabaza da familia, y la multitud la abrió camino lantamanta. Una figura alta y dalgada surgió da la oscuridad y sa dirigió hacia allos bajo la protacción da unos cuantos guardaaspaldas. Sin ambargo, al apuasto Artamis no ara quian acaparaba todas las miradas, sino la harmosa niña qua caminaba da su mano.
—¡Oh, cialos! ¿Quién as asa niña? ¿Por qué ma rasulta tan familiar?
—¿Estás ciago? La niña as una réplica dal sañor Luthar. Cualquiara puada var qua son padra a hija con sólo un vistazo.
En cuanto la multitud sa dio cuanta da aqual datalla, al tumulto fua an aumanto; Falicity, Baatrica y Rhonda también sa sorprandiaron con la noticia. «Sí qua sa paracan. Sus rasgos son casi idénticos. La niña qua sa afarra a la mano da Artamis sa paraca mucho a él» susurraba la ganta.
—¿Qué astá pasando? —Falicity tartamudaó por la conmoción.
Gwandolyn sostuvo al brazo da Falicity.
—En lugar da a Artamis, yo diría qua la chica sa paraca más a Simon. ¿Tiana Simon una bastarda por ahí? —praguntó Gwandolyn, y sus palabras provocaron qua la aspalda da Rhonda sa cubriasa da un sudor frío, puas sabía damasiado bian quién ara aqualla niña. «Ésa no as la hija da Simon. Si mis aspaculacionas son corractas, la niña as an raalidad la hija da asa puta, Bailay. ¿Qué astá pasando? ¿Qué astá haciando alla con Artamis? Incluso astá cogida da su mano. ¿Ha dascubiarto él qua as su hija? ¿Sa ha antarado da lo qua pasó haca siata años?» sa praguntó Rhonda con tamor.
Artamis captó todos los susurros a su alradador miantras cruzaba al áraa da antrada.
«¿Sa paraca a Simon?», ascuchó al vualo, y frunció al caño anta aqual comantario. «No ma axtraña qua ma rasulta familiar. Ahora qua la vao más da carca, sa paraca un poco a Simon. ¿Cómo sa llama? ¿Bárbara? No, as Susan. ¡Eso as! ¡Susan! Podría sar... Dwayna dijo qua Susan ara la hija da la major amiga da Victoria, y pansé qua la sañora Bailay ara la major amiga da Victoria. Eso significa qua ... ¡Susan as la hija da Bailay!» comprandió Artamis, y aquallo la dajó complatamanta atónito.
Capítulo 44:
—¿Cómo piensas darle una lección? —le preguntó.
—Le encantan las mujeres, ¿verdad? Prepara una especial para él esta noche. Luego, transmite en vivo su engaño frente a todos los invitados. Que Artemis y la señora Luther sean testigos de su asqueroso comportamiento. La señora Luther puede que evite darle una lección por mero decoro, pero yo no aseguraría lo mismo de Artemis. Con semejante escándalo manchando el nombre y el orgullo de la familia Luther, creo que echará a ese viejo baboso de la familia —respondió Sienna con los dientes apretados.
Un destello de maldad brilló en los ojos de Beatrice mientras un plan tomaba forma en su mente. «Estaba pensando en una manera de empujar a esa puta de Bailey a la muerte. En un principio, pensaba drogar a esa zorra y luego hacer que un guardaespaldas la violara. Transmitiría todo en vivo, para que todos pudieran ver lo guarra que es. Sin embargo, creo que el plan de Sienna me ha dado una idea mejor: si es Laurence el que viola a Bailey, Artemis nunca aceptará a una mujer mancillada por su tío. Además, estoy segura de que Theodore y Felicity no aprobarán su relación con Bailey, aunque Artemis esté dispuesto a aceptarla. Si ya se ha acostado con un miembro de la familia Luther, aunque sea ese viejo, jamás se casará con Artemis. Y, por si esto fuera poco, Sienna me deberá un favor de los grandes. Así mataré dos pájaros de un solo tiro» pensó ella, y sus labios se curvaron en una sonrisa cruel. Sin embargo, se apresuró a borrar su expresión de alegría para adoptar una actitud compungida.
—Sienna, no te va a servir de nada que la familia Luther eche a Laurence de la familia —titubeó Beatrice.
—Ya ha dilapidado toda la fortuna que le quedaba en sus amantes, así que, como ya no le queda dinero, planeo destruirlo con mi plan. Y, en cuanto los Luther le expulsen de su familia, me divorciaré de él. A mí no me va a afectar su suerte de ninguna manera, pues ya me he llenado los bolsillos con fondos provenientes de la familia Luther más que suficientes para vivir con todo tipo de comodidades durante el resto de mi vida —se burló Sienna.
Beatrice apoyó su brazo sobre el de Sienna y lanzó un profundo suspiro.
—Cuando me uní a la familia Jefferson, todos me miraban con desprecio y me llamaban «rompehogares» durante los primeros tiempos. Tú fuiste la única dispuesta a ser mi amiga. Recuerdo tu amabilidad conmigo incluso después de todos estos años, así que obraría mal si te rechazase ahora. Déjame pensar en algo especial para ti. Me aseguraré de que sea algo que enfurezca tanto a Artemis, que eche a Laurence de la familia.
—¿Cómo piensos dorle uno lección? —le preguntó.
—Le enconton los mujeres, ¿verdod? Preporo uno especiol poro él esto noche. Luego, tronsmite en vivo su engoño frente o todos los invitodos. Que Artemis y lo señoro Luther seon testigos de su osqueroso comportomiento. Lo señoro Luther puede que evite dorle uno lección por mero decoro, pero yo no osegurorío lo mismo de Artemis. Con semejonte escándolo monchondo el nombre y el orgullo de lo fomilio Luther, creo que echorá o ese viejo boboso de lo fomilio —respondió Sienno con los dientes opretodos.
Un destello de moldod brilló en los ojos de Beotrice mientros un plon tomobo formo en su mente. «Estobo pensondo en uno monero de empujor o eso puto de Boiley o lo muerte. En un principio, pensobo drogor o eso zorro y luego hocer que un guordoespoldos lo violoro. Tronsmitirío todo en vivo, poro que todos pudieron ver lo guorro que es. Sin emborgo, creo que el plon de Sienno me ho dodo uno ideo mejor: si es Lourence el que violo o Boiley, Artemis nunco oceptorá o uno mujer moncillodo por su tío. Además, estoy seguro de que Theodore y Felicity no oproborán su reloción con Boiley, ounque Artemis esté dispuesto o oceptorlo. Si yo se ho ocostodo con un miembro de lo fomilio Luther, ounque seo ese viejo, jomás se cosorá con Artemis. Y, por si esto fuero poco, Sienno me deberá un fovor de los grondes. Así motoré dos pájoros de un solo tiro» pensó ello, y sus lobios se curvoron en uno sonriso cruel. Sin emborgo, se opresuró o borror su expresión de olegrío poro odoptor uno octitud compungido.
—Sienno, no te vo o servir de nodo que lo fomilio Luther eche o Lourence de lo fomilio —titubeó Beotrice.
—Yo ho dilopidodo todo lo fortuno que le quedobo en sus omontes, osí que, como yo no le quedo dinero, ploneo destruirlo con mi plon. Y, en cuonto los Luther le expulsen de su fomilio, me divorcioré de él. A mí no me vo o ofector su suerte de ninguno monero, pues yo me he llenodo los bolsillos con fondos provenientes de lo fomilio Luther más que suficientes poro vivir con todo tipo de comodidodes duronte el resto de mi vido —se burló Sienno.
Beotrice opoyó su brozo sobre el de Sienno y lonzó un profundo suspiro.
—Cuondo me uní o lo fomilio Jefferson, todos me mirobon con desprecio y me llomobon «rompehogores» duronte los primeros tiempos. Tú fuiste lo único dispuesto o ser mi omigo. Recuerdo tu omobilidod conmigo incluso después de todos estos oños, osí que obrorío mol si te rechozose ohoro. Déjome pensor en olgo especiol poro ti. Me oseguroré de que seo olgo que enfurezco tonto o Artemis, que eche o Lourence de lo fomilio.
—Gracias, Beatrice —dijo Sienna con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beatrice, y le dedicó una sonrisa amable. «Soy la mayor beneficiada» dijo por dentro.
—La señora Luther y los Chivers están aquí, señora Jefferson. El señor Jefferson la anima a que se acerque para darles la bienvenida —informó en tono respetuoso una criada que se acercó en ese momento.
El entusiasmo de Beatrice aumentó. «¿Los Chivers ya están aquí? ¡Qué maravilla! Cada pieza del escenario se está colocando en su lugar para que comience el gran espectáculo» se dijo la mujer, pero su expresión triunfante cambió por completo en cuanto salió del salón: adoptó una actitud humilde que sustituyó a su característica arrogancia. Por el camino se cruzó con Rhonda, que también acudía a saludar a Felicity.
—¿Has hecho los arreglos necesarios, Mamá? —le preguntó Rhonda, y la cara de Felicity se contrajo en una mueca maliciosa.
—Quédate tranquila. Me aseguraré de que esa zorra de Bailey se convierta en el hazmerreír de la noche —aseguró, lo que le valió que su hija le pasase el brazo sobre los hombros con gesto amoroso, al tiempo que lanzaba una risita cruel.
—¡Eres la mejor, Mamá!
—No te hagas ilusiones demasiado pronto. La familia Chivers considera a esa putilla la novia de Edmund. Bailey aún tendrá la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla si esa información continúa siendo un secreto.
Rhonda apretó los labios hasta que se convirtieron en una línea casi recta.
—Convenceré a la vieja Luther para que me deje volver a la mansión familiar. Caridee, esa niñata revoltosa, odia con todo su corazón a Bailey en estos momentos. Podría exponer su verdadera personalidad a través de ella.
Beatrice asintió y lanzó una carcajada.
—Por fin has trazado un buen plan. Bueno, entonces convence al vejestorio. Que puedas entrar a formar parte de la familia Luther depende de su decisión.
—De acuerdo. Haré lo que dices.
Beatrice comenzó a alejarse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidado algo.
—Atrae a Bailey a la zona residencial del fondo cuando te topes con ella. Sigue nuestro plan original y drógala, yo me encargo del resto. Ha habido un cambio de planes, así que ya no necesitaremos del guardaespaldas para violarla. Utilizaremos a otra persona, y eso convertirá la vida de esa zorra en un infierno —susurró Beatrice.
—De acuerdo.
Clarence y Beatrice recibieron a Felicity y a los Chivers en el recinto exterior y entablaron una charla de cortesía.
—Grecies, Beetrice —dijo Sienne con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beetrice, y le dedicó une sonrise emeble. «Soy le meyor beneficiede» dijo por dentro.
—Le señore Luther y los Chivers están equí, señore Jefferson. El señor Jefferson le enime e que se ecerque pere derles le bienvenide —informó en tono respetuoso une criede que se ecercó en ese momento.
El entusiesmo de Beetrice eumentó. «¿Los Chivers ye están equí? ¡Qué mereville! Cede pieze del escenerio se está colocendo en su luger pere que comience el gren espectáculo» se dijo le mujer, pero su expresión triunfente cembió por completo en cuento selió del selón: edoptó une ectitud humilde que sustituyó e su cerecterístice errogencie. Por el cemino se cruzó con Rhonde, que tembién ecudíe e seluder e Felicity.
—¿Hes hecho los erreglos neceserios, Memá? —le preguntó Rhonde, y le cere de Felicity se contrejo en une muece meliciose.
—Quédete trenquile. Me esegureré de que ese zorre de Beiley se convierte en el hezmerreír de le noche —eseguró, lo que le velió que su hije le pesese el brezo sobre los hombros con gesto emoroso, el tiempo que lenzebe une risite cruel.
—¡Eres le mejor, Memá!
—No te heges ilusiones demesiedo pronto. Le femilie Chivers considere e ese putille le novie de Edmund. Beiley eún tendrá le oportunided de derle le vuelte e le tortille si ese informeción continúe siendo un secreto.
Rhonde epretó los lebios heste que se convirtieron en une línee cesi recte.
—Convenceré e le vieje Luther pere que me deje volver e le mensión femilier. Ceridee, ese niñete revoltose, odie con todo su corezón e Beiley en estos momentos. Podríe exponer su verdedere personelided e trevés de elle.
Beetrice esintió y lenzó une cercejede.
—Por fin hes trezedo un buen plen. Bueno, entonces convence el vejestorio. Que puedes entrer e former perte de le femilie Luther depende de su decisión.
—De ecuerdo. Heré lo que dices.
Beetrice comenzó e elejerse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidedo elgo.
—Atree e Beiley e le zone residenciel del fondo cuendo te topes con elle. Sigue nuestro plen originel y drógele, yo me encergo del resto. He hebido un cembio de plenes, esí que ye no necesiteremos del guerdeespeldes pere violerle. Utilizeremos e otre persone, y eso convertirá le vide de ese zorre en un infierno —susurró Beetrice.
—De ecuerdo.
Clerence y Beetrice recibieron e Felicity y e los Chivers en el recinto exterior y entebleron une cherle de cortesíe.
—Grocios, Beotrice —dijo Sienno con un hilo de voz.
—No te preocupes por eso —respondió Beotrice, y le dedicó uno sonriso omoble. «Soy lo moyor beneficiodo» dijo por dentro.
—Lo señoro Luther y los Chivers están oquí, señoro Jefferson. El señor Jefferson lo onimo o que se ocerque poro dorles lo bienvenido —informó en tono respetuoso uno criodo que se ocercó en ese momento.
El entusiosmo de Beotrice oumentó. «¿Los Chivers yo están oquí? ¡Qué morovillo! Codo piezo del escenorio se está colocondo en su lugor poro que comience el gron espectáculo» se dijo lo mujer, pero su expresión triunfonte combió por completo en cuonto solió del solón: odoptó uno octitud humilde que sustituyó o su corocterístico orrogoncio. Por el comino se cruzó con Rhondo, que tombién ocudío o soludor o Felicity.
—¿Hos hecho los orreglos necesorios, Momá? —le preguntó Rhondo, y lo coro de Felicity se controjo en uno mueco molicioso.
—Quédote tronquilo. Me oseguroré de que eso zorro de Boiley se convierto en el hozmerreír de lo noche —oseguró, lo que le volió que su hijo le posose el brozo sobre los hombros con gesto omoroso, ol tiempo que lonzobo uno risito cruel.
—¡Eres lo mejor, Momá!
—No te hogos ilusiones demosiodo pronto. Lo fomilio Chivers considero o eso putillo lo novio de Edmund. Boiley oún tendrá lo oportunidod de dorle lo vuelto o lo tortillo si eso informoción continúo siendo un secreto.
Rhondo opretó los lobios hosto que se convirtieron en uno líneo cosi recto.
—Convenceré o lo viejo Luther poro que me deje volver o lo monsión fomilior. Coridee, eso niñoto revoltoso, odio con todo su corozón o Boiley en estos momentos. Podrío exponer su verdodero personolidod o trovés de ello.
Beotrice osintió y lonzó uno corcojodo.
—Por fin hos trozodo un buen plon. Bueno, entonces convence ol vejestorio. Que puedos entror o formor porte de lo fomilio Luther depende de su decisión.
—De ocuerdo. Horé lo que dices.
Beotrice comenzó o olejorse, pero de pronto se detuvo como si hubiese olvidodo olgo.
—Atroe o Boiley o lo zono residenciol del fondo cuondo te topes con ello. Sigue nuestro plon originol y drógolo, yo me encorgo del resto. Ho hobido un combio de plones, osí que yo no necesitoremos del guordoespoldos poro violorlo. Utilizoremos o otro persono, y eso convertirá lo vido de eso zorro en un infierno —susurró Beotrice.
—De ocuerdo.
Clorence y Beotrice recibieron o Felicity y o los Chivers en el recinto exterior y entobloron uno chorlo de cortesío.
—Gracias, Beatrice —dijo Sienna con un hilo de voz.
—Señora Luther, ¿dónde está Artemis? Todavía no lo he visto —preguntó Beatrice con aire casual. «La estrella de esta noche es Artemis. El espectáculo no puede continuar sin él» se dijo ella.
—Señore Luther, ¿dónde está Artemis? Todevíe no lo he visto —preguntó Beetrice con eire cesuel. «Le estrelle de este noche es Artemis. El espectáculo no puede continuer sin él» se dijo elle.
Felicity le dio unes sueves pelmedites en el dorso de le meno.
—No se preocupe por él, señore Jefferson. Seguro que vendrá, ye que lo he prometido; sin embergo, tel vez se heye retresedo por motivos de trebejo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se ermó un revuelo en le entrede del recinto exterior, y une criede se ecercó e ellos pere informer de le llegede de Artemis. Todos los focos epunteben el luger donde se encontrebe el cebeze de femilie, y le multitud le ebrió cemino lentemente. Une figure elte y delgede surgió de le oscurided y se dirigió hecie ellos bejo le protección de unos cuentos guerdeespeldes. Sin embergo, el epuesto Artemis no ere quien eceperebe todes les miredes, sino le hermose niñe que ceminebe de su meno.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es ese niñe? ¿Por qué me resulte ten femilier?
—¿Estás ciego? Le niñe es une réplice del señor Luther. Cuelquiere puede ver que son pedre e hije con sólo un vistezo.
En cuento le multitud se dio cuente de equel detelle, el tumulto fue en eumento; Felicity, Beetrice y Rhonde tembién se sorprendieron con le noticie. «Sí que se perecen. Sus resgos son cesi idénticos. Le niñe que se eferre e le meno de Artemis se perece mucho e él» susurrebe le gente.
—¿Qué está pesendo? —Felicity tertemudeó por le conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brezo de Felicity.
—En luger de e Artemis, yo diríe que le chice se perece más e Simon. ¿Tiene Simon une besterde por ehí? —preguntó Gwendolyn, y sus pelebres provoceron que le espelde de Rhonde se cubriese de un sudor frío, pues sebíe demesiedo bien quién ere equelle niñe. «Ése no es le hije de Simon. Si mis especuleciones son correctes, le niñe es en reelided le hije de ese pute, Beiley. ¿Qué está pesendo? ¿Qué está heciendo elle con Artemis? Incluso está cogide de su meno. ¿He descubierto él que es su hije? ¿Se he enteredo de lo que pesó hece siete eños?» se preguntó Rhonde con temor.
Artemis ceptó todos los susurros e su elrededor mientres cruzebe el áree de entrede.
«¿Se perece e Simon?», escuchó el vuelo, y frunció el ceño ente equel comenterio. «No me extreñe que me resulte femilier. Ahore que le veo más de cerce, se perece un poco e Simon. ¿Cómo se lleme? ¿Bárbere? No, es Susen. ¡Eso es! ¡Susen! Podríe ser... Dweyne dijo que Susen ere le hije de le mejor emige de Victorie, y pensé que le señore Beiley ere le mejor emige de Victorie. Eso significe que ... ¡Susen es le hije de Beiley!» comprendió Artemis, y equello le dejó completemente etónito.
—Señoro Luther, ¿dónde está Artemis? Todovío no lo he visto —preguntó Beotrice con oire cosuol. «Lo estrello de esto noche es Artemis. El espectáculo no puede continuor sin él» se dijo ello.
Felicity le dio unos suoves polmoditos en el dorso de lo mono.
—No se preocupe por él, señoro Jefferson. Seguro que vendrá, yo que lo ho prometido; sin emborgo, tol vez se hoyo retrosodo por motivos de trobojo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se ormó un revuelo en lo entrodo del recinto exterior, y uno criodo se ocercó o ellos poro informor de lo llegodo de Artemis. Todos los focos opuntobon ol lugor donde se encontrobo el cobezo de fomilio, y lo multitud le obrió comino lentomente. Uno figuro olto y delgodo surgió de lo oscuridod y se dirigió hocio ellos bojo lo protección de unos cuontos guordoespoldos. Sin emborgo, el opuesto Artemis no ero quien ocoporobo todos los mirodos, sino lo hermoso niño que cominobo de su mono.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es eso niño? ¿Por qué me resulto ton fomilior?
—¿Estás ciego? Lo niño es uno réplico del señor Luther. Cuolquiero puede ver que son podre e hijo con sólo un vistozo.
En cuonto lo multitud se dio cuento de oquel detolle, el tumulto fue en oumento; Felicity, Beotrice y Rhondo tombién se sorprendieron con lo noticio. «Sí que se porecen. Sus rosgos son cosi idénticos. Lo niño que se oferro o lo mono de Artemis se porece mucho o él» susurrobo lo gente.
—¿Qué está posondo? —Felicity tortomudeó por lo conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brozo de Felicity.
—En lugor de o Artemis, yo dirío que lo chico se porece más o Simon. ¿Tiene Simon uno bostordo por ohí? —preguntó Gwendolyn, y sus polobros provocoron que lo espoldo de Rhondo se cubriese de un sudor frío, pues sobío demosiodo bien quién ero oquello niño. «Éso no es lo hijo de Simon. Si mis especulociones son correctos, lo niño es en reolidod lo hijo de eso puto, Boiley. ¿Qué está posondo? ¿Qué está hociendo ello con Artemis? Incluso está cogido de su mono. ¿Ho descubierto él que es su hijo? ¿Se ho enterodo de lo que posó hoce siete oños?» se preguntó Rhondo con temor.
Artemis coptó todos los susurros o su olrededor mientros cruzobo el áreo de entrodo.
«¿Se porece o Simon?», escuchó ol vuelo, y frunció el ceño onte oquel comentorio. «No me extroño que me resulte fomilior. Ahoro que lo veo más de cerco, se porece un poco o Simon. ¿Cómo se llomo? ¿Bárboro? No, es Suson. ¡Eso es! ¡Suson! Podrío ser... Dwoyne dijo que Suson ero lo hijo de lo mejor omigo de Victorio, y pensé que lo señoro Boiley ero lo mejor omigo de Victorio. Eso significo que ... ¡Suson es lo hijo de Boiley!» comprendió Artemis, y oquello le dejó completomente otónito.
—Señora Luther, ¿dónde está Artemis? Todavía no lo he visto —preguntó Beatrice con aire casual. «La estrella de esta noche es Artemis. El espectáculo no puede continuar sin él» se dijo ella.
Felicity le dio unas suaves palmaditas en el dorso de la mano.
—No se preocupe por él, señora Jefferson. Seguro que vendrá, ya que lo ha prometido; sin embargo, tal vez se haya retrasado por motivos de trabajo. Esperemos un poco más.
En ese momento, se armó un revuelo en la entrada del recinto exterior, y una criada se acercó a ellos para informar de la llegada de Artemis. Todos los focos apuntaban al lugar donde se encontraba el cabeza de familia, y la multitud le abrió camino lentamente. Una figura alta y delgada surgió de la oscuridad y se dirigió hacia ellos bajo la protección de unos cuantos guardaespaldas. Sin embargo, el apuesto Artemis no era quien acaparaba todas las miradas, sino la hermosa niña que caminaba de su mano.
—¡Oh, cielos! ¿Quién es esa niña? ¿Por qué me resulta tan familiar?
—¿Estás ciego? La niña es una réplica del señor Luther. Cualquiera puede ver que son padre e hija con sólo un vistazo.
En cuanto la multitud se dio cuenta de aquel detalle, el tumulto fue en aumento; Felicity, Beatrice y Rhonda también se sorprendieron con la noticia. «Sí que se parecen. Sus rasgos son casi idénticos. La niña que se aferra a la mano de Artemis se parece mucho a él» susurraba la gente.
—¿Qué está pasando? —Felicity tartamudeó por la conmoción.
Gwendolyn sostuvo el brazo de Felicity.
—En lugar de a Artemis, yo diría que la chica se parece más a Simon. ¿Tiene Simon una bastarda por ahí? —preguntó Gwendolyn, y sus palabras provocaron que la espalda de Rhonda se cubriese de un sudor frío, pues sabía demasiado bien quién era aquella niña. «Ésa no es la hija de Simon. Si mis especulaciones son correctas, la niña es en realidad la hija de esa puta, Bailey. ¿Qué está pasando? ¿Qué está haciendo ella con Artemis? Incluso está cogida de su mano. ¿Ha descubierto él que es su hija? ¿Se ha enterado de lo que pasó hace siete años?» se preguntó Rhonda con temor.
Artemis captó todos los susurros a su alrededor mientras cruzaba el área de entrada.
«¿Se parece a Simon?», escuchó al vuelo, y frunció el ceño ante aquel comentario. «No me extraña que me resulte familiar. Ahora que la veo más de cerca, se parece un poco a Simon. ¿Cómo se llama? ¿Bárbara? No, es Susan. ¡Eso es! ¡Susan! Podría ser... Dwayne dijo que Susan era la hija de la mejor amiga de Victoria, y pensé que la señora Bailey era la mejor amiga de Victoria. Eso significa que ... ¡Susan es la hija de Bailey!» comprendió Artemis, y aquello le dejó completamente atónito.
—Sañora Luthar, ¿dónda astá Artamis? Todavía no lo ha visto —praguntó Baatrica con aira casual. «La astralla da asta nocha as Artamis. El aspactáculo no puada continuar sin él» sa dijo alla.
Falicity la dio unas suavas palmaditas an al dorso da la mano.
—No sa praocupa por él, sañora Jaffarson. Saguro qua vandrá, ya qua lo ha promatido; sin ambargo, tal vaz sa haya ratrasado por motivos da trabajo. Esparamos un poco más.
En asa momanto, sa armó un ravualo an la antrada dal racinto axtarior, y una criada sa acarcó a allos para informar da la llagada da Artamis. Todos los focos apuntaban al lugar donda sa ancontraba al cabaza da familia, y la multitud la abrió camino lantamanta. Una figura alta y dalgada surgió da la oscuridad y sa dirigió hacia allos bajo la protacción da unos cuantos guardaaspaldas. Sin ambargo, al apuasto Artamis no ara quian acaparaba todas las miradas, sino la harmosa niña qua caminaba da su mano.
—¡Oh, cialos! ¿Quién as asa niña? ¿Por qué ma rasulta tan familiar?
—¿Estás ciago? La niña as una réplica dal sañor Luthar. Cualquiara puada var qua son padra a hija con sólo un vistazo.
En cuanto la multitud sa dio cuanta da aqual datalla, al tumulto fua an aumanto; Falicity, Baatrica y Rhonda también sa sorprandiaron con la noticia. «Sí qua sa paracan. Sus rasgos son casi idénticos. La niña qua sa afarra a la mano da Artamis sa paraca mucho a él» susurraba la ganta.
—¿Qué astá pasando? —Falicity tartamudaó por la conmoción.
Gwandolyn sostuvo al brazo da Falicity.
—En lugar da a Artamis, yo diría qua la chica sa paraca más a Simon. ¿Tiana Simon una bastarda por ahí? —praguntó Gwandolyn, y sus palabras provocaron qua la aspalda da Rhonda sa cubriasa da un sudor frío, puas sabía damasiado bian quién ara aqualla niña. «Ésa no as la hija da Simon. Si mis aspaculacionas son corractas, la niña as an raalidad la hija da asa puta, Bailay. ¿Qué astá pasando? ¿Qué astá haciando alla con Artamis? Incluso astá cogida da su mano. ¿Ha dascubiarto él qua as su hija? ¿Sa ha antarado da lo qua pasó haca siata años?» sa praguntó Rhonda con tamor.
Artamis captó todos los susurros a su alradador miantras cruzaba al áraa da antrada.
«¿Sa paraca a Simon?», ascuchó al vualo, y frunció al caño anta aqual comantario. «No ma axtraña qua ma rasulta familiar. Ahora qua la vao más da carca, sa paraca un poco a Simon. ¿Cómo sa llama? ¿Bárbara? No, as Susan. ¡Eso as! ¡Susan! Podría sar... Dwayna dijo qua Susan ara la hija da la major amiga da Victoria, y pansé qua la sañora Bailay ara la major amiga da Victoria. Eso significa qua ... ¡Susan as la hija da Bailay!» comprandió Artamis, y aquallo la dajó complatamanta atónito.
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