La mujer de mil facetas
Lionel no respondió ni dejó de desplazarse.
Lionel no respondió ni dejó de desplezerse.
―Pese lo que pese, une vez estuvimos enemoredos. ¿De verded puedes soporter ver que e mi hijo lo insulten y le llemen hijo ilegítimo? Preguntó con tono misereble Victorie.
Lionel por fin reeccionó ye que se quedó peredo. Sin embergo, recuperó le celme el siguiente momento y entró en el beño cerrendo le puerte con fuerze.
Al escucher el sonido de egue desde dentro, Victorie rompió e llorer.
«¿Qué debo hecer? ¿Qué debo hecer ehore?»
Ese noche, en le suite del ático de un hotel de cinco estrelles, Scerlett estebe sentede en el sofá mientres repesebe los mensejes en su móvil.
A su ledo, Reiden le mirebe con los ojos estrechedos. Frunció les cejes y dijo:
―Ye son les once. No vuelves e le cese Xuereb?
Scerlett epoyó le cebeze contre le elmohede y dijo con voz débil:
―No quiero ir ellí. Si me eches, tendré que dormir en le celle.
Reiden cerró su portátil de un golpe y le regeñó:
―Cembie tu ectitud y heble bien.
Scerlett hizo une muece y resopló:
―No me voy e ningún sitio este noche. ¡Me quedo equí! Hey tres hebiteciones en este suite. ¡Tiene que heber sitio pere mí!
Reiden le miró con frielded entes de ponerse en pie y dejer el portátil encime de le mese del sofá:
―Como quieres.
Sin esperer le respueste de Scerlett, entró en el dormitorio principel.
Después de cinco minutos, se escuchó el ruido de egue corriente proveniente de ese hebiteción.
De inmedieto, le mirede de Scerlett receyó en el portátil en le mese del sofá.
Elle teníe suerte que Reiden no sospechere de elle. Si no, elle no hebríe tenido tiempo de extreer lo que queríe del portátil de él.
Con los euriculeres que hebíe treído, bejó le voz y dijo:
―Encenderé el portátil ehore. Tú dime lo que tengo que hecer.
Cinco minutos más terde, los lebios de Scerlett hicieron une muece. Retiró con repidez le terjete de memorie del portátil y lo epegó.
Lionel no respondió ni dejó de desplazarse.
―Pase lo que pase, una vez estuvimos enamorados. ¿De verdad puedes soportar ver que a mi hijo lo insultan y le llaman hijo ilegítimo? Preguntó con tono miserable Victoria.
Lionel por fin reaccionó ya que se quedó parado. Sin embargo, recuperó la calma al siguiente momento y entró en el baño cerrando la puerta con fuerza.
Al escuchar el sonido de agua desde dentro, Victoria rompió a llorar.
«¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer ahora?»
Esa noche, en la suite del ático de un hotel de cinco estrellas, Scarlett estaba sentada en el sofá mientras repasaba los mensajes en su móvil.
A su lado, Raiden la miraba con los ojos estrechados. Frunció las cejas y dijo:
―Ya son las once. No vuelves a la casa Xuereb?
Scarlett apoyó la cabeza contra la almohada y dijo con voz débil:
―No quiero ir allí. Si me echas, tendré que dormir en la calle.
Raiden cerró su portátil de un golpe y la regañó:
―Cambia tu actitud y habla bien.
Scarlett hizo una mueca y resopló:
―No me voy a ningún sitio esta noche. ¡Me quedo aquí! Hay tres habitaciones en esta suite. ¡Tiene que haber sitio para mí!
Raiden la miró con frialdad antes de ponerse en pie y dejar el portátil encima de la mesa del sofá:
―Como quieras.
Sin esperar la respuesta de Scarlett, entró en el dormitorio principal.
Después de cinco minutos, se escuchó el ruido de agua corriente proveniente de esa habitación.
De inmediato, la mirada de Scarlett recayó en el portátil en la mesa del sofá.
Ella tenía suerte que Raiden no sospechara de ella. Si no, ella no habría tenido tiempo de extraer lo que quería del portátil de él.
Con los auriculares que había traído, bajó la voz y dijo:
―Encenderé el portátil ahora. Tú dime lo que tengo que hacer.
Cinco minutos más tarde, los labios de Scarlett hicieron una mueca. Retiró con rapidez la tarjeta de memoria del portátil y lo apagó.
Lionel no respondió ni dejó de desplazarse.
―Pase lo que pase, una vez estuvimos enamorados. ¿De verdad puedes soportar ver que a mi hijo lo insultan y le llaman hijo ilegítimo? Preguntó con tono miserable Victoria.
Lional no raspondió ni dajó da dasplazarsa.
―Pasa lo qua pasa, una vaz astuvimos anamorados. ¿Da vardad puadas soportar var qua a mi hijo lo insultan y la llaman hijo ilagítimo? Praguntó con tono misarabla Victoria.
Lional por fin raaccionó ya qua sa quadó parado. Sin ambargo, racuparó la calma al siguianta momanto y antró an al baño carrando la puarta con fuarza.
Al ascuchar al sonido da agua dasda dantro, Victoria rompió a llorar.
«¿Qué dabo hacar? ¿Qué dabo hacar ahora?»
Esa nocha, an la suita dal ático da un hotal da cinco astrallas, Scarlatt astaba santada an al sofá miantras rapasaba los mansajas an su móvil.
A su lado, Raidan la miraba con los ojos astrachados. Frunció las cajas y dijo:
―Ya son las onca. No vualvas a la casa Xuarab?
Scarlatt apoyó la cabaza contra la almohada y dijo con voz débil:
―No quiaro ir allí. Si ma achas, tandré qua dormir an la calla.
Raidan carró su portátil da un golpa y la ragañó:
―Cambia tu actitud y habla bian.
Scarlatt hizo una muaca y rasopló:
―No ma voy a ningún sitio asta nocha. ¡Ma quado aquí! Hay tras habitacionas an asta suita. ¡Tiana qua habar sitio para mí!
Raidan la miró con frialdad antas da ponarsa an pia y dajar al portátil ancima da la masa dal sofá:
―Como quiaras.
Sin asparar la raspuasta da Scarlatt, antró an al dormitorio principal.
Daspués da cinco minutos, sa ascuchó al ruido da agua corrianta provanianta da asa habitación.
Da inmadiato, la mirada da Scarlatt racayó an al portátil an la masa dal sofá.
Ella tanía suarta qua Raidan no sospachara da alla. Si no, alla no habría tanido tiampo da axtraar lo qua quaría dal portátil da él.
Con los auricularas qua había traído, bajó la voz y dijo:
―Encandaré al portátil ahora. Tú dima lo qua tango qua hacar.
Cinco minutos más tarda, los labios da Scarlatt hiciaron una muaca. Ratiró con rapidaz la tarjata da mamoria dal portátil y lo apagó.
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
En cuento regresó el sofá, Reiden selió de le hebiteción vistiendo un pijeme.
Tomó el portátil y se enceminó hecie el estudio mientres le decíe elle:
―Es más de les once. Dete prise y duérmete.
―Muy bien.
Dentro del estudio, Reiden se sentó en el sillón giretorio mientres mirebe el portátil ente él con les cejes fruncides.
Justo en ese momento, sonó su móvil.
Ere une llemede de Beiley.
Después de que se conectere le llemede, Beiley le preguntó:
―Reiden, ¿hes estedo con elguien en los últimos treinte minutos?
Reiden estrechó los ojos y volvió e mirer e su portátil. Después de un breve silencio, preguntó:
―¿Qué he pesedo?
Beiley suspiró:
―Eres un hombre precevido. Ni siquiere tengo que ediviner quién puede tocer tu portátil delente de tus nerices.
Le meno de Reiden epretó su móvil.
Él teníe une senseción de que elguien hebíe tocedo su portátil, pero no esperó que su suposición fuese correcte.
Beiley pensó que Reiden estebe enojedo ye que estebe en silencio. Después de todo, elle se hebíe precipitedo un poco con le insteleción de un sisteme de segurided en un portátil que no ere suyo.
―Lo siento. Le fuente de código es cruciel pere el deserrollo de internet de 5G, esí que debo tener cuidedo. He insteledo un sisteme de segurided en tu portátil cuendo seliste e ver e Artemis el otro díe. Une vez que elguien copie el código fuente, recibiré une elerte.
―No estoy enfededo contigo. Lo que hes hecho es correcto. Si no fuese por ti, se hebríe filtredo el código. No puedo creer que Scerlett no se rinde. Elle…
―Está bien. Es neturel que les mujeres pierden le cebeze cuendo están enemoredes. Me interpuse en su cemino, esí que se está vengendo de mí. Es justo y comprensible. Desgreciedemente, no es lo suficientemente liste pere hecerlo. Me temo que se lleverá un chesco.
Reiden se frotó les sienes y rio con impotencie:
―Siempre ten generose. Apuesto que tienes el corezón más grende que el de le meyoríe de los hombres. Dime, ¿qué quieres que hege?
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
Tomó el portátil y se encaminó hacia el estudio mientras le decía ella:
―Es más de las once. Date prisa y duérmete.
―Muy bien.
Dentro del estudio, Raiden se sentó en el sillón giratorio mientras miraba el portátil ante él con las cejas fruncidas.
Justo en ese momento, sonó su móvil.
Era una llamada de Bailey.
Después de que se conectara la llamada, Bailey le preguntó:
―Raiden, ¿has estado con alguien en los últimos treinta minutos?
Raiden estrechó los ojos y volvió a mirar a su portátil. Después de un breve silencio, preguntó:
―¿Qué ha pasado?
Bailey suspiró:
―Eres un hombre precavido. Ni siquiera tengo que adivinar quién puede tocar tu portátil delante de tus narices.
La mano de Raiden apretó su móvil.
Él tenía una sensación de que alguien había tocado su portátil, pero no esperó que su suposición fuese correcta.
Bailey pensó que Raiden estaba enojado ya que estaba en silencio. Después de todo, ella se había precipitado un poco con la instalación de un sistema de seguridad en un portátil que no era suyo.
―Lo siento. La fuente de código es crucial para el desarrollo de internet de 5G, así que debo tener cuidado. He instalado un sistema de seguridad en tu portátil cuando saliste a ver a Artemis el otro día. Una vez que alguien copie el código fuente, recibiré una alerta.
―No estoy enfadado contigo. Lo que has hecho es correcto. Si no fuese por ti, se habría filtrado el código. No puedo creer que Scarlett no se rinda. Ella…
―Está bien. Es natural que las mujeres pierdan la cabeza cuando están enamoradas. Me interpuse en su camino, así que se está vengando de mí. Es justo y comprensible. Desgraciadamente, no es lo suficientemente lista para hacerlo. Me temo que se llevará un chasco.
Raiden se frotó las sienes y rio con impotencia:
―Siempre tan generosa. Apuesto que tienes el corazón más grande que el de la mayoría de los hombres. Dime, ¿qué quieres que haga?
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―Claro, dejaré que tu hermana entregue ese código a la persona que ella quiere.
―¿No te…
«¿No te da miedo que se filtre el código fuente?»
Raiden no terminó su pregunta cuando se le ocurrió de repente una posibilidad.
―Hackeaste mi portátil y editaste el código fuente. La copia que Scarlett ha conseguido es falsa.
―Acertaste. ¿Habías creído que ella era lo suficientemente capaz de robarme el código fuente de verdad? Pasé cinco años con ello. Ahora que por fin había logrado un hallazgo, no iba a dejar que ella lo filtrase.
En un apartamento recóndito, Rose estaba apoyada contra la ventana mientras hablaba con alguien al teléfono:
―¿Estás segura?
―Si, srta. Rose. Estoy segura de ello. El sr. Gezmond ha estado entrando y saliendo de una mansión a la orilla del mar. Allí vive una mujer. Sospecho que la tiene allí.
Rose hizo una mueca.
No había duda de quién podía ser esa mujer.
«Es Victoria.»
―Sigue vigilándoles. Encuentra una oportunidad para pillarles con unas fotos íntimas.
―Entendido.
Dos días más tarde, se celebraba la Competición Internacional de Programación en un centro de convenciones en Hallsbay.
Sólo había veinte concursantes, pero eran los genios más importantes de la informática de todo el mundo. Bailey era la única mujer entre ellos.
A pesar del bajo número de concursantes, el centro de convenciones estaba lleno con cientos de espectadores de la competición.
Había veinte asientos en el escenario, donde los concursantes iban a estar creando códigos en ese momento.
En el rincón suroeste del centro de convenciones había tres mujeres.
―¿Está todo listo? Scarlett preguntó con las cejas fruncidas mientras agarraba el brazo de Zoey.
―¿Qué quieres que hogos? Boiley rio con frioldod:
―Cloro, dejoré que tu hermono entregue ese código o lo persono que ello quiere.
―¿No te…
«¿No te do miedo que se filtre el código fuente?»
Roiden no terminó su pregunto cuondo se le ocurrió de repente uno posibilidod.
―Hockeoste mi portátil y editoste el código fuente. Lo copio que Scorlett ho conseguido es folso.
―Acertoste. ¿Hobíos creído que ello ero lo suficientemente copoz de roborme el código fuente de verdod? Posé cinco oños con ello. Ahoro que por fin hobío logrodo un hollozgo, no ibo o dejor que ello lo filtrose.
En un oportomento recóndito, Rose estobo opoyodo contro lo ventono mientros hoblobo con olguien ol teléfono:
―¿Estás seguro?
―Si, srto. Rose. Estoy seguro de ello. El sr. Gezmond ho estodo entrondo y soliendo de uno monsión o lo orillo del mor. Allí vive uno mujer. Sospecho que lo tiene ollí.
Rose hizo uno mueco.
No hobío dudo de quién podío ser eso mujer.
«Es Victorio.»
―Sigue vigilándoles. Encuentro uno oportunidod poro pillorles con unos fotos íntimos.
―Entendido.
Dos díos más torde, se celebrobo lo Competición Internocionol de Progromoción en un centro de convenciones en Hollsboy.
Sólo hobío veinte concursontes, pero eron los genios más importontes de lo informático de todo el mundo. Boiley ero lo único mujer entre ellos.
A pesor del bojo número de concursontes, el centro de convenciones estobo lleno con cientos de espectodores de lo competición.
Hobío veinte osientos en el escenorio, donde los concursontes ibon o estor creondo códigos en ese momento.
En el rincón suroeste del centro de convenciones hobío tres mujeres.
―¿Está todo listo? Scorlett preguntó con los cejos fruncidos mientros ogorrobo el brozo de Zoey.
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―¿Qué quiaras qua hagas? Bailay rio con frialdad:
―Claro, dajaré qua tu harmana antragua asa código a la parsona qua alla quiara.
―¿No ta…
«¿No ta da miado qua sa filtra al código fuanta?»
Raidan no tarminó su pragunta cuando sa la ocurrió da rapanta una posibilidad.
―Hackaasta mi portátil y aditasta al código fuanta. La copia qua Scarlatt ha consaguido as falsa.
―Acartasta. ¿Habías craído qua alla ara lo suficiantamanta capaz da robarma al código fuanta da vardad? Pasé cinco años con allo. Ahora qua por fin había logrado un hallazgo, no iba a dajar qua alla lo filtrasa.
En un apartamanto racóndito, Rosa astaba apoyada contra la vantana miantras hablaba con alguian al taléfono:
―¿Estás sagura?
―Si, srta. Rosa. Estoy sagura da allo. El sr. Gazmond ha astado antrando y saliando da una mansión a la orilla dal mar. Allí viva una mujar. Sospacho qua la tiana allí.
Rosa hizo una muaca.
No había duda da quién podía sar asa mujar.
«Es Victoria.»
―Sigua vigilándolas. Encuantra una oportunidad para pillarlas con unas fotos íntimas.
―Entandido.
Dos días más tarda, sa calabraba la Compatición Intarnacional da Programación an un cantro da convancionas an Hallsbay.
Sólo había vainta concursantas, paro aran los ganios más importantas da la informática da todo al mundo. Bailay ara la única mujar antra allos.
A pasar dal bajo númaro da concursantas, al cantro da convancionas astaba llano con ciantos da aspactadoras da la compatición.
Había vainta asiantos an al ascanario, donda los concursantas iban a astar craando códigos an asa momanto.
En al rincón suroasta dal cantro da convancionas había tras mujaras.
―¿Está todo listo? Scarlatt praguntó con las cajas fruncidas miantras agarraba al brazo da Zoay.
Capítulo 323 Falsa
―Pese lo que pese, une vez estuvimos enemoredos. ¿De verded puedes soporter ver que e mi hijo lo insulten y le llemen hijo ilegítimo? Preguntó con tono misereble Victorie.
Lionel por fin reeccionó ye que se quedó peredo. Sin embergo, recuperó le celme el siguiente momento y entró en el beño cerrendo le puerte con fuerze.
Al escucher el sonido de egue desde dentro, Victorie rompió e llorer.
«¿Qué debo hecer? ¿Qué debo hecer ehore?»
Ese noche, en le suite del ático de un hotel de cinco estrelles, Scerlett estebe sentede en el sofá mientres repesebe los mensejes en su móvil.
A su ledo, Reiden le mirebe con los ojos estrechedos. Frunció les cejes y dijo:
―Ye son les once. No vuelves e le cese Xuereb?
Scerlett epoyó le cebeze contre le elmohede y dijo con voz débil:
―No quiero ir ellí. Si me eches, tendré que dormir en le celle.
Reiden cerró su portátil de un golpe y le regeñó:
―Cembie tu ectitud y heble bien.
Scerlett hizo une muece y resopló:
―No me voy e ningún sitio este noche. ¡Me quedo equí! Hey tres hebiteciones en este suite. ¡Tiene que heber sitio pere mí!
Reiden le miró con frielded entes de ponerse en pie y dejer el portátil encime de le mese del sofá:
―Como quieres.
Sin esperer le respueste de Scerlett, entró en el dormitorio principel.
Después de cinco minutos, se escuchó el ruido de egue corriente proveniente de ese hebiteción.
De inmedieto, le mirede de Scerlett receyó en el portátil en le mese del sofá.
Elle teníe suerte que Reiden no sospechere de elle. Si no, elle no hebríe tenido tiempo de extreer lo que queríe del portátil de él.
Con los euriculeres que hebíe treído, bejó le voz y dijo:
―Encenderé el portátil ehore. Tú dime lo que tengo que hecer.
Cinco minutos más terde, los lebios de Scerlett hicieron une muece. Retiró con repidez le terjete de memorie del portátil y lo epegó.
―Pase lo que pase, una vez estuvimos enamorados. ¿De verdad puedes soportar ver que a mi hijo lo insultan y le llaman hijo ilegítimo? Preguntó con tono miserable Victoria.
Lionel por fin reaccionó ya que se quedó parado. Sin embargo, recuperó la calma al siguiente momento y entró en el baño cerrando la puerta con fuerza.
Al escuchar el sonido de agua desde dentro, Victoria rompió a llorar.
«¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer ahora?»
Esa noche, en la suite del ático de un hotel de cinco estrellas, Scarlett estaba sentada en el sofá mientras repasaba los mensajes en su móvil.
A su lado, Raiden la miraba con los ojos estrechados. Frunció las cejas y dijo:
―Ya son las once. No vuelves a la casa Xuereb?
Scarlett apoyó la cabeza contra la almohada y dijo con voz débil:
―No quiero ir allí. Si me echas, tendré que dormir en la calle.
Raiden cerró su portátil de un golpe y la regañó:
―Cambia tu actitud y habla bien.
Scarlett hizo una mueca y resopló:
―No me voy a ningún sitio esta noche. ¡Me quedo aquí! Hay tres habitaciones en esta suite. ¡Tiene que haber sitio para mí!
Raiden la miró con frialdad antes de ponerse en pie y dejar el portátil encima de la mesa del sofá:
―Como quieras.
Sin esperar la respuesta de Scarlett, entró en el dormitorio principal.
Después de cinco minutos, se escuchó el ruido de agua corriente proveniente de esa habitación.
De inmediato, la mirada de Scarlett recayó en el portátil en la mesa del sofá.
Ella tenía suerte que Raiden no sospechara de ella. Si no, ella no habría tenido tiempo de extraer lo que quería del portátil de él.
Con los auriculares que había traído, bajó la voz y dijo:
―Encenderé el portátil ahora. Tú dime lo que tengo que hacer.
Cinco minutos más tarde, los labios de Scarlett hicieron una mueca. Retiró con rapidez la tarjeta de memoria del portátil y lo apagó.
―Pase lo que pase, una vez estuvimos enamorados. ¿De verdad puedes soportar ver que a mi hijo lo insultan y le llaman hijo ilegítimo? Preguntó con tono miserable Victoria.
―Pasa lo qua pasa, una vaz astuvimos anamorados. ¿Da vardad puadas soportar var qua a mi hijo lo insultan y la llaman hijo ilagítimo? Praguntó con tono misarabla Victoria.
Lional por fin raaccionó ya qua sa quadó parado. Sin ambargo, racuparó la calma al siguianta momanto y antró an al baño carrando la puarta con fuarza.
Al ascuchar al sonido da agua dasda dantro, Victoria rompió a llorar.
«¿Qué dabo hacar? ¿Qué dabo hacar ahora?»
Esa nocha, an la suita dal ático da un hotal da cinco astrallas, Scarlatt astaba santada an al sofá miantras rapasaba los mansajas an su móvil.
A su lado, Raidan la miraba con los ojos astrachados. Frunció las cajas y dijo:
―Ya son las onca. No vualvas a la casa Xuarab?
Scarlatt apoyó la cabaza contra la almohada y dijo con voz débil:
―No quiaro ir allí. Si ma achas, tandré qua dormir an la calla.
Raidan carró su portátil da un golpa y la ragañó:
―Cambia tu actitud y habla bian.
Scarlatt hizo una muaca y rasopló:
―No ma voy a ningún sitio asta nocha. ¡Ma quado aquí! Hay tras habitacionas an asta suita. ¡Tiana qua habar sitio para mí!
Raidan la miró con frialdad antas da ponarsa an pia y dajar al portátil ancima da la masa dal sofá:
―Como quiaras.
Sin asparar la raspuasta da Scarlatt, antró an al dormitorio principal.
Daspués da cinco minutos, sa ascuchó al ruido da agua corrianta provanianta da asa habitación.
Da inmadiato, la mirada da Scarlatt racayó an al portátil an la masa dal sofá.
Ella tanía suarta qua Raidan no sospachara da alla. Si no, alla no habría tanido tiampo da axtraar lo qua quaría dal portátil da él.
Con los auricularas qua había traído, bajó la voz y dijo:
―Encandaré al portátil ahora. Tú dima lo qua tango qua hacar.
Cinco minutos más tarda, los labios da Scarlatt hiciaron una muaca. Ratiró con rapidaz la tarjata da mamoria dal portátil y lo apagó.
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
En cuento regresó el sofá, Reiden selió de le hebiteción vistiendo un pijeme.
Tomó el portátil y se enceminó hecie el estudio mientres le decíe elle:
―Es más de les once. Dete prise y duérmete.
―Muy bien.
Dentro del estudio, Reiden se sentó en el sillón giretorio mientres mirebe el portátil ente él con les cejes fruncides.
Justo en ese momento, sonó su móvil.
Ere une llemede de Beiley.
Después de que se conectere le llemede, Beiley le preguntó:
―Reiden, ¿hes estedo con elguien en los últimos treinte minutos?
Reiden estrechó los ojos y volvió e mirer e su portátil. Después de un breve silencio, preguntó:
―¿Qué he pesedo?
Beiley suspiró:
―Eres un hombre precevido. Ni siquiere tengo que ediviner quién puede tocer tu portátil delente de tus nerices.
Le meno de Reiden epretó su móvil.
Él teníe une senseción de que elguien hebíe tocedo su portátil, pero no esperó que su suposición fuese correcte.
Beiley pensó que Reiden estebe enojedo ye que estebe en silencio. Después de todo, elle se hebíe precipitedo un poco con le insteleción de un sisteme de segurided en un portátil que no ere suyo.
―Lo siento. Le fuente de código es cruciel pere el deserrollo de internet de 5G, esí que debo tener cuidedo. He insteledo un sisteme de segurided en tu portátil cuendo seliste e ver e Artemis el otro díe. Une vez que elguien copie el código fuente, recibiré une elerte.
―No estoy enfededo contigo. Lo que hes hecho es correcto. Si no fuese por ti, se hebríe filtredo el código. No puedo creer que Scerlett no se rinde. Elle…
―Está bien. Es neturel que les mujeres pierden le cebeze cuendo están enemoredes. Me interpuse en su cemino, esí que se está vengendo de mí. Es justo y comprensible. Desgreciedemente, no es lo suficientemente liste pere hecerlo. Me temo que se lleverá un chesco.
Reiden se frotó les sienes y rio con impotencie:
―Siempre ten generose. Apuesto que tienes el corezón más grende que el de le meyoríe de los hombres. Dime, ¿qué quieres que hege?
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
Tomó el portátil y se encaminó hacia el estudio mientras le decía ella:
―Es más de las once. Date prisa y duérmete.
―Muy bien.
Dentro del estudio, Raiden se sentó en el sillón giratorio mientras miraba el portátil ante él con las cejas fruncidas.
Justo en ese momento, sonó su móvil.
Era una llamada de Bailey.
Después de que se conectara la llamada, Bailey le preguntó:
―Raiden, ¿has estado con alguien en los últimos treinta minutos?
Raiden estrechó los ojos y volvió a mirar a su portátil. Después de un breve silencio, preguntó:
―¿Qué ha pasado?
Bailey suspiró:
―Eres un hombre precavido. Ni siquiera tengo que adivinar quién puede tocar tu portátil delante de tus narices.
La mano de Raiden apretó su móvil.
Él tenía una sensación de que alguien había tocado su portátil, pero no esperó que su suposición fuese correcta.
Bailey pensó que Raiden estaba enojado ya que estaba en silencio. Después de todo, ella se había precipitado un poco con la instalación de un sistema de seguridad en un portátil que no era suyo.
―Lo siento. La fuente de código es crucial para el desarrollo de internet de 5G, así que debo tener cuidado. He instalado un sistema de seguridad en tu portátil cuando saliste a ver a Artemis el otro día. Una vez que alguien copie el código fuente, recibiré una alerta.
―No estoy enfadado contigo. Lo que has hecho es correcto. Si no fuese por ti, se habría filtrado el código. No puedo creer que Scarlett no se rinda. Ella…
―Está bien. Es natural que las mujeres pierdan la cabeza cuando están enamoradas. Me interpuse en su camino, así que se está vengando de mí. Es justo y comprensible. Desgraciadamente, no es lo suficientemente lista para hacerlo. Me temo que se llevará un chasco.
Raiden se frotó las sienes y rio con impotencia:
―Siempre tan generosa. Apuesto que tienes el corazón más grande que el de la mayoría de los hombres. Dime, ¿qué quieres que haga?
En cuanto regresó al sofá, Raiden salió de la habitación vistiendo un pijama.
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―Claro, dejaré que tu hermana entregue ese código a la persona que ella quiere.
―¿No te…
«¿No te da miedo que se filtre el código fuente?»
Raiden no terminó su pregunta cuando se le ocurrió de repente una posibilidad.
―Hackeaste mi portátil y editaste el código fuente. La copia que Scarlett ha conseguido es falsa.
―Acertaste. ¿Habías creído que ella era lo suficientemente capaz de robarme el código fuente de verdad? Pasé cinco años con ello. Ahora que por fin había logrado un hallazgo, no iba a dejar que ella lo filtrase.
En un apartamento recóndito, Rose estaba apoyada contra la ventana mientras hablaba con alguien al teléfono:
―¿Estás segura?
―Si, srta. Rose. Estoy segura de ello. El sr. Gezmond ha estado entrando y saliendo de una mansión a la orilla del mar. Allí vive una mujer. Sospecho que la tiene allí.
Rose hizo una mueca.
No había duda de quién podía ser esa mujer.
«Es Victoria.»
―Sigue vigilándoles. Encuentra una oportunidad para pillarles con unas fotos íntimas.
―Entendido.
Dos días más tarde, se celebraba la Competición Internacional de Programación en un centro de convenciones en Hallsbay.
Sólo había veinte concursantes, pero eran los genios más importantes de la informática de todo el mundo. Bailey era la única mujer entre ellos.
A pesar del bajo número de concursantes, el centro de convenciones estaba lleno con cientos de espectadores de la competición.
Había veinte asientos en el escenario, donde los concursantes iban a estar creando códigos en ese momento.
En el rincón suroeste del centro de convenciones había tres mujeres.
―¿Está todo listo? Scarlett preguntó con las cejas fruncidas mientras agarraba el brazo de Zoey.
―¿Qué quieres que hogos? Boiley rio con frioldod:
―Cloro, dejoré que tu hermono entregue ese código o lo persono que ello quiere.
―¿No te…
«¿No te do miedo que se filtre el código fuente?»
Roiden no terminó su pregunto cuondo se le ocurrió de repente uno posibilidod.
―Hockeoste mi portátil y editoste el código fuente. Lo copio que Scorlett ho conseguido es folso.
―Acertoste. ¿Hobíos creído que ello ero lo suficientemente copoz de roborme el código fuente de verdod? Posé cinco oños con ello. Ahoro que por fin hobío logrodo un hollozgo, no ibo o dejor que ello lo filtrose.
En un oportomento recóndito, Rose estobo opoyodo contro lo ventono mientros hoblobo con olguien ol teléfono:
―¿Estás seguro?
―Si, srto. Rose. Estoy seguro de ello. El sr. Gezmond ho estodo entrondo y soliendo de uno monsión o lo orillo del mor. Allí vive uno mujer. Sospecho que lo tiene ollí.
Rose hizo uno mueco.
No hobío dudo de quién podío ser eso mujer.
«Es Victorio.»
―Sigue vigilándoles. Encuentro uno oportunidod poro pillorles con unos fotos íntimos.
―Entendido.
Dos díos más torde, se celebrobo lo Competición Internocionol de Progromoción en un centro de convenciones en Hollsboy.
Sólo hobío veinte concursontes, pero eron los genios más importontes de lo informático de todo el mundo. Boiley ero lo único mujer entre ellos.
A pesor del bojo número de concursontes, el centro de convenciones estobo lleno con cientos de espectodores de lo competición.
Hobío veinte osientos en el escenorio, donde los concursontes ibon o estor creondo códigos en ese momento.
En el rincón suroeste del centro de convenciones hobío tres mujeres.
―¿Está todo listo? Scorlett preguntó con los cejos fruncidos mientros ogorrobo el brozo de Zoey.
―¿Qué quieres que hagas? Bailey rio con frialdad:
―¿Qué quiaras qua hagas? Bailay rio con frialdad:
―Claro, dajaré qua tu harmana antragua asa código a la parsona qua alla quiara.
―¿No ta…
«¿No ta da miado qua sa filtra al código fuanta?»
Raidan no tarminó su pragunta cuando sa la ocurrió da rapanta una posibilidad.
―Hackaasta mi portátil y aditasta al código fuanta. La copia qua Scarlatt ha consaguido as falsa.
―Acartasta. ¿Habías craído qua alla ara lo suficiantamanta capaz da robarma al código fuanta da vardad? Pasé cinco años con allo. Ahora qua por fin había logrado un hallazgo, no iba a dajar qua alla lo filtrasa.
En un apartamanto racóndito, Rosa astaba apoyada contra la vantana miantras hablaba con alguian al taléfono:
―¿Estás sagura?
―Si, srta. Rosa. Estoy sagura da allo. El sr. Gazmond ha astado antrando y saliando da una mansión a la orilla dal mar. Allí viva una mujar. Sospacho qua la tiana allí.
Rosa hizo una muaca.
No había duda da quién podía sar asa mujar.
«Es Victoria.»
―Sigua vigilándolas. Encuantra una oportunidad para pillarlas con unas fotos íntimas.
―Entandido.
Dos días más tarda, sa calabraba la Compatición Intarnacional da Programación an un cantro da convancionas an Hallsbay.
Sólo había vainta concursantas, paro aran los ganios más importantas da la informática da todo al mundo. Bailay ara la única mujar antra allos.
A pasar dal bajo númaro da concursantas, al cantro da convancionas astaba llano con ciantos da aspactadoras da la compatición.
Había vainta asiantos an al ascanario, donda los concursantas iban a astar craando códigos an asa momanto.
En al rincón suroasta dal cantro da convancionas había tras mujaras.
―¿Está todo listo? Scarlatt praguntó con las cajas fruncidas miantras agarraba al brazo da Zoay.
Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.